viernes, junio 15, 2012

LA TEORIA Y LA PRÁCTICA DE LA REVOLUCIÓN (3ª Parte)

Intentando hacer pasar a los países del llamado «segundo mundo», constituido en su
mayor parte por países capitalistas y neocolonialistas, que forman la principal base de
apoyo de las dos superponencias, como aliados del «tercer mundo» en la pretendida
lucha contra el imperialismo, norteamericano y el social imperialismo soviético, la
teoría de los «tres mundos» muestra claramente su carácter antirrevolucionario y pseudo
antiimperialista.
Esta es una «teoría» antirrevolucionaria, porque al proletariado europeo, japonés,
canadiense etc., que debe luchar contra la burguesía monopolista y el sistema explotador
en el poder en los países del «segundo mundo», se le predica la paz social, la
colaboración con la burguesía, por consiguiente la renuncia a la revolución, porque esto
es supuestamente lo que exigen los intereses de la defensa de la independencia nacional
y la lucha en particular contra el social imperialismo soviético.
Esta también es una teoría pseudo antiimperialista, porque justifica y apoya la política
neocolonialista y explotadora de las potencias imperialistas del «segundo mundo» y
llama a los pueblos de Asia, África y América Latina a no oponerse a esta política,
supuestamente en aras de la lucha contra las superpotencias. Así se debilita y se sabotea,
de hecho, la lucha antiimperialista y antisocialimperialista tanto de los pueblos del
llamado «tercer mundo» como de los del pretendido «segundo mundo».
La estrategia revolucionaria pone en el centro la revolución. «La estrategia y la táctica
del leninismo - escribía Stalin - es la ciencia de la dirección de la lucha revolucionaria
del proletariado» (.J. V. Stalin, Obras t. VI Pág. 155. ed. albanesa).
La estrategia leninista considera la revolución proletaria mundial como un proceso
único constituido por algunas grandes corrientes revolucionarias de nuestra época, en
cuyo centro se encuentra el proletariado internacional.
Este proceso revolucionario se desarrolla ininterrumpidamente en los países que
marchan por el camino del socialismo auténtico, como lucha irreconciliable y aguda
entre los dos caminos: socialista y capitalista, para asegurar la victoria completa y
definitiva del primero sobre el segundo, para cerrar el paso a todo peligro de retroceso
por medio de la violencia contrarrevolucionaria y la agresión imperialista o bien a través
de la degeneración pacífica burguesa-revisionista. Los revolucionarios y los pueblos del
mundo entero siguen con vivo interés esta lucha, considerándola como una cuestión
vital para la causa de la revolución y del socialismo en todo el mundo. Ellos dan a los
países socialistas todo su apoyo y respaldo sin reservas contra toda tentativa del
imperialismo hacia estos países, porque en los países socialistas ven una base y un
poderoso centro de la revolución, ven la realización en la práctica de los ideales por los
cuales también luchan. Las ideas de Lenin sobre la necesidad y la importancia de primer
orden de la ayuda y el respaldo del proletariado internacional al país donde ha triunfado
la revolución socialista, son inmortales. Pero se debe entender siempre que se trata de
un auténtico país socialista, que aplica con la mayor rigurosidad las enseñanzas
revolucionarias del marxismo-leninismo y se atiene consecuentemente al
internacionalismo proletario. Al contrario, si se convierte en un país capitalista, llevando
simplemente una engañosa máscara «socialista» entonces tal país no debe ser apoyado.
Los revolucionarios y los pueblos saben que los éxitos que obtienen los países
socialistas y la lucha que llevan a cabo, golpean y debilitan al imperialismo, a la
burguesía y a la reacción internacional, y constituyen una ayuda y respaldo directos a la
lucha revolucionaria y de liberación de los trabajadores y los pueblos.
Lenin y Stalin siempre han considerado que la tarea revolucionaria del proletariado de
un país socialista no sólo es la de realizar todos los esfuerzos por desarrollar el
socialismo en su país, sino también la de respaldar en todos los aspectos al movimiento
revolucionario y de liberación en los otros países.
«Lenin nunca ha considerado la República de los Soviets como un objetivo en sí, -
escribía J. Stalin- Siempre lo ha considerado como un eslabón indispensable para el
fortalecimiento del movimiento revolucionario en los países del Oeste y del Este; como
un eslabón indispensable para facilitar la victoria de los trabajadores de todo el mundo
sobre el capital. Lenin sabía que sólo tal comprensión es justa, no sólo desde el punto de
vista internacional, sino también desde el punto de vista de la salvaguardia de la propia
República de los Soviets. » (J. V. Stalin. Obras, t. VI, Pág. 52, ed. albanesa).
Precisamente por esta razón, un verdadero país socialista no puede considerarse como
parte de agrupaciones tales como los llamados «tercer mundo» o «países no alineados»
donde se han borrado toda suerte de fronteras de clases y que sólo sirven para alejar a
los pueblos del camino de la lucha contra el imperialismo y de la revolución.
Únicamente las fuerzas revolucionarias amantes de la libertad y progresistas, el
movimiento revolucionario de la clase obrera y el movimiento antiimperialista de los
pueblos y las naciones oprimidos pueden ser verdaderos y seguros aliados de los países
socialistas. Por eso predicar la división en «tres mundos», ignorar las contradicciones
fundamentales de nuestra época, invitar al proletariado a aliarse con la burguesía
monopolista, y a los pueblos oprimidos con las potencias imperialistas del llamado
«segundo mundo», no está ni en interés del proletariado internacional, ni en interés de
los pueblos o de los países socialistas, esto es antileninistas. J. Stalin señalaba: «No
puedo imaginar un caso en que los intereses de nuestra República Soviética hubieran
 exigido de nuestros partidos hermanos desviaciones hacia la derecha. ( ... ) No puedo
imaginar como los intereses de nuestra república, que es la base del movimiento

proletario revolucionario en el mundo entero, no pudieran exigir el máximo de lucha y
de la actividad política de los obreros del Occidente, sino la disminución de esta
actividad, la extinción del revisionismo.» (J. V. Stalin, Obras, t. VIII, Pág. 111, ed.
albanesa).
En las metrópolis del capitalismo el proceso de la revolución proletaria mundial se
encarna hoy en las luchas de clase siempre en ascenso del proletariado y de las demás
capas trabajadoras y progresistas contra la explotación y la opresión burguesa, contra
los intentos de la burguesía de descargar el peso de la actual crisis del sistema capitalista
mundial sobre los trabajadores, contra la resurrección del fascismo de una u otra forma,
etc. Las amplias masas trabajadoras con el proletariado a la cabeza son cada día más
conscientes de que la revolución socialista y la instauración de la dictadura del
proletariado son la única alternativa para salvarse de las crisis y de las otras plagas del
capitalismo, para salvarse de la explotación burguesa, la violencia fascista y las guerras
imperialistas. La vida y los hechos han confirmado que ni la burguesía, ni sus lacayos
abiertos o enmascarados, desde los socialdemócratas hasta los revisionistas
contemporáneos pueden detener el aumento de la ola de la lucha revolucionaria de las
masas. «La actual lucha del proletariado mundial, - señaló el camarada Enver Hoxha en
el VII Congreso del PTA, - confirma nuevamente la tesis fundamental del marxismoleninismo
de que, en el mundo burgués y revisionista, la clase obrera y su lucha

revolucionaria no pueden ser vencidas ni con la violencia ni con la demagogia». (Enver
Hoxha, Informe ante el VII Congreso del PTA, Págs. 186-187, ed. albanesa).
Las condiciones objetivas se hacen cada día más favorables para la revolución en los
países Capitalistas desarrollados. En estos países la revolución proletaria es hoy un
problema planteado a resolver. Con razón, los partidos marxista-leninistas, que han
tomado en sus manos la bandera de la revolución, traicionada y abandonada por los
revisionistas, se han planteado la tarea de preparar al proletariado y a sus aliados para
las futuras batallas revolucionarias por el derrocamiento del régimen burgués, y han
emprendido seriamente el trabajo para realizar este objetivo. Justa lucha revolucionaria,
que golpea al sistema capitalista e imperialista mundial en sus principales bastiones,
goza y debe gozar del total apoyo de los países socialistas auténticos y de los pueblos
revolucionarios y amantes de la libertad del mundo entero. Pero hoy los revisionistas
contemporáneos, los partidarios de la teoría de los «tres mundos» y los teóricos del «no
alineamiento», guardando silencio sobre la revolución y su preparación, de hecho se
esfuerzan por sabotearla y mantener el statu quo del régimen capitalista.
Intentando desviar la atención del proletariado de la revolución los autores de la teoría
de los «tres mundos» predican que en la actual época se ha puesto en primer plano la
cuestión de la salvaguardia de la independencia nacional del peligro de la agresión de
las superpotencias, especialmente del socialimperialismo soviético, que es considerado
por ellos como su enemigo principal. La cuestión de definir quién es el enemigo
principal a escala internacional en un momento dado, reviste gran importancia para el
movimiento revolucionario.
Nuestro Partido, teniendo en cuenta el desarrollo de los acontecimientos, el análisis de
clase de la actual situación, subraya que «el imperialismo norteamericano y el
socialimperialismo soviético, estas dos superpotencias, son hoy los principales y los
más peligrosos enemigos de los pueblos, como tales, constituyen el mismo peligro»,
(Enver Hoxha, Informe ante el VII Congreso del PTA, Pág. 219, ed. albanesa).
El socialimperialismo soviético es un imperialismo feroz, agresivo, sediento de
expansión, que sigue una política típicamente colonialista y neocolonialista, que se
apoya en la fuerza del capital y de las armas. Este nuevo imperialismo, en rivalidad con
el imperialismo norteamericano, pugna por ocupar posiciones estratégicas y por clavar
sus garras en todas las zonas y en todos los continentes. Se destaca como bombero de la
revolución y opresor de la lucha de liberación de los pueblos. Pero esto no significa en
absoluto que el otro enemigo de los pueblos del mundo entero, el imperialismo
norteamericano, sea menos peligroso, como pretenden los sostenedores de la teoría de
los «tres mundos», Estos, deformando la verdad y engañando a los pueblos, dicen que el
imperialismo norteamericano ha dejado de ser belicista, que supuestamente se ha
debilitado y está en decadencia, que se ha convertido en «un ratón miedoso», en una
palabra, que el imperialismo norteamericano está convirtiéndose en pacífico. Incluso se
ha llegado hasta el punto de justificar y considerar como factor defensivo la presencia
militar norteamericana en diversos países, como en Alemania, Bélgica e Italia, en Japón
y en otros países. Tales puntos de vista son extremadamente peligrosos para la libertad
de los pueblos, para los destinos de la revolución. Tales tesis hacen nacer ilusiones
sobre la naturaleza agresiva, hegemónica y expansionista tanto del imperialismo
norteamericano como del socialimperialismo soviético.
La tarea que se les plantea al proletariado y a la revolución proletaria es la de derribar
todo imperialismo y de manera particular las dos superpotencias imperialistas. Cada
imperialismo, por su propia naturaleza, es siempre feroz enemigo de la revolución
proletaria, por eso la clasificación de los imperialistas en más o menos peligrosos, desde
el punto de vista estratégico de la revolución mundial, es errónea. La práctica ha
confirmado que las dos superpotencias representan en la misma medida y en el mismo
nivel, el principal enemigo para el socialismo, para la libertad y la independencia de las
naciones, la mayor fuerza defensiva de los sistemas explotadores, el peligro directo de
que la humanidad se vea lanzada a una tercera guerra mundial. Ignorar esta gran verdad,
subestimar el peligro que representa una u otra superpotencia y, aún peor, llamar a
unirse con una superpotencia contra la otra, es de catastróficas consecuencias Y
conlleva grandes peligros para el futuro de la revolución y de la libertad de los pueblos.
Naturalmente ocurre y puede ocurrir que uno u otro país sea oprimido o amenazado
directamente por una de las superpotencias, pero eso de ninguna manera y en ningún
caso significa que la otra superpotencial no constituya peligro para aquel país y menos
aún que se haya convertido en una amiga del mismo. El principio según el que «el
enemigo de mi enemigo es mi amigo» no puede ser aplicado cuando se trata de ambas
superpotencias imperialistas de la Unión Soviética y de los Estados Unidos de América.
Estas dos superpotencias luchan por todos los medios contra la revolución y el
socialismo, hacen todos los esfuerzos por que la revolución y el socialismo sean
saboteados y ahogados en sangre. Ambas superpotencias pugnan por extender su
dominación y explotación sobre diversos pueblos y países. La experiencia demuestra
que ellas arremeten violentamente a veces en una zona y a veces en otra para extender
sus garras asesinas sobre los pueblos y se lanzan furiosamente al ataque para suplantarse
mutuamente. Tan pronto el pueblo de un país logra liberarse de la dominación de una de
las superponencias, inmediatamente llega la otra. El Medio Oriente y África lo
confirman perfectamente.
La otra gran corriente de la revolución mundial en nuestro tiempo es el movimiento de
liberación nacional de los pueblos, que está dirigido contra el imperialismo, el
neocolonialismo y los residuos coloniales. Los marxista-leninistas, el proletariado
mundial son plenamente solidarios con el movimiento de liberación nacional de los
pueblos oprimidos y le prestan todo su respaldo, considerándolo como un factor
sumamente importante e insustituible en el desenvolvimiento del proceso revolucionario
mundial. El Partido del Trabajo de Albania siempre ha estado y está del lado de los
pueblos que luchan por la libertad y la independencia nacional. «Estamos por la unidad
del proletariado mundial y de todas las auténticas fuerzas antiimperialistas y
progresistas, los cuales con su lucha frustrarán los planes agresivos de los imperialistas
y socialimperialistas belicistas. El Partido del Trabajo de Albania y el pueblo
albanés, consecuentes con su línea marxista-leninista ( ... ) también en el futuro no
escatimarán sus fuerzas y lucharán junto con todos los otros pueblos antiimperialistas y
antisocialimperialistas, con todos los partidos marxista-leninistas, con todos los
revolucionarios y el proletariado mundial, con todos los hombres progresistas, para
hacer fracasar los planes y las maniobras de los enemigos, por el triunfo de la causa de
la libertad y de la seguridad de los pueblos. Nuestro país estará en todo momento del
lado de todos los pueblos, cuya libertad e independencia son amenazadas y cuyos
derechos son violados». Enver Hoxha, Informe ante el VII Congreso del PTA. Pág. 228,
ed. albanesa).
El camarada Enver Hoxha expresó esta firme actitud, en nombre del Partido y del
Estado albanés, también en su discurso pronunciado ante la Asamblea Popular con
ocasión de la aprobación de nuestra nueva Constitución. «La mayoría de los pueblos del
mundo -declaró- hoy despliegan grandes esfuerzos y se oponen enérgicamente a las
leyes coloniales y a la dominación neocolonialista, a aquellas reglas, prácticas, hábitos,
acuerdos desiguales, viejos y nuevos, que la burguesía ha establecido para conservar la
explotación de los pueblos, las abominables diferencias y discriminaciones en las
relaciones internacionales.( ... ) Los pueblos progresistas y los Estados democráticos
que no se conforman con esta situación y luchan para establecer la soberanía nacional
sobre sus recursos, que luchan por el fortalecimiento de la independencia política y
económica, por la igualdad y la justicia en las relaciones internacionales, gozan de la
total solidaridad y respaldo del pueblo y del Estado albaneses». (Del discurso
pronunciado ante la Asamblea Popular, 27 de diciembre de 1976).
Los marxista-leninistas, desde el tiempo de Lenin, siempre han considerado la lucha de
liberación nacional de los pueblos y las naciones oprimidos por el imperialismo como la
poderosa aliada y gran reserva de la revolución proletaria mundial.
En los países que han conquistado total o parcialmente la independencia política, la
revolución se encuentra en distintas etapas de desarrollo y no se le plantean las mismas
tareas. Existen entre ellos países que se encuentran en vísperas de la revolución
proletaria, mientras que en muchos otros, están a la orden del día las tareas de la
revolución nacional, democrática, antiimperialista. Pero en todo caso, mientras esta
revolución esté dirigida también contra la burguesía internacional, contra el
imperialismo, es aliada y reserva de la revolución proletaria mundial.
Pero, ¿acaso esto significa que tales países deben permanecer en la fase nacionaldemocrática
de la revolución y que los revolucionarios no deben hablar de la revolución
socialista y prepararse para ella por miedo de superar y quemar las etapas y de que
alguien pueda tratarles de blanquistas? Lenin se ha referido a la necesidad de
transformar la revolución democrático-burguesa en revolución socialista en los países
coloniales desde la época en que en estos países las revoluciones democrático-burguesas
todavía se encontraban en embrión. Marx y Engels, al criticar al blanquismo, no
consideraron prematuras, ni la revolución de 1848 ni la Comuna de París. El marxismoleninismo
no confunde en absoluto la impaciencia pequeñoburguesa que conduce a
quemar las etapas, con la necesidad del desarrollo interrumpido de la revolución.
Lenin señalaba que la revolución en los países coloniales y dependientes debe ser
llevada adelante. Desde el tiempo de Lenin, en estos países se han operado grandes
cambios, que él había previsto de manera genial y que había tratado en sus tesis sobre el
proceso revolucionario mundial. La realización de la revolución proletaria es una ley
general y la principal tendencia de nuestra época. Por ella deben pasar y pasarán
necesariamente todos los países sin excepción, incluyendo también Indonesia y Chile,
Brasil y Zaire, etc., independientemente de las etapas por los que tengan que pasar para
llegar a la revolución proletaria. No tener en cuenta este objetivo, predicar la
conservación del statu quo y teorizar sobre la necesidad de «no quemar las etapas»,
olvidar la lucha contra Suharto y Pinochet, Geisel y Mobutu, significa no estar ni por la
lucha de liberación nacional ni por la revolución nacional democrática.
Por la revolución proletaria debe pasar y pasará también Europa. Quien olvide esta
perspectiva, quien no se prepare para ese fin, sino que predica que la revolución se ha
desplazado hacia Asia y África y que el proletariado europeo debe «unirse con su
burguesía prudente y buena» bajo el pretexto de salvaguardar la independencia nacional,
se mantiene en posiciones antileninistas y no está ni por la defensa de la Patria, ni por la
libertad de la nación. Quien «olvida que debe combatir tanto al Tratado de Varsovia,
como a la OTAN, que debe ser echado por tierra tanto el CAME como el Mercado
Común, se coloca por si mismo al lado de todos estos y se convierte en su esclavo.
En el Manifiesto del Partido Comunista, Marx y Engels han escrito: «Un fantasma
recorre Europa, el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa ( ... )
se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma». Esta constatación de Marx y
Engels es actual también en nuestros días. La derrota temporal que ha sufrido la
revolución debido a la traición revisionista, así como el potencial económico y la
opresiva potencia militar que el imperialismo y el socialimperialismo oponen al
movimiento revolucionario y a las ideas del comunismo, no han podido ni jamás podrán
modificar el curso de la historia; ni doblegar la gran fuerza del marxismo-leninismo.
El marxismo-leninismo es la ideología revolucionaria que ha penetrado profundamente
en la conciencia del proletariado y que ejerce una influencia cada vez mayor entre las
amplias masas de los pueblos que buscan su liberación. Tan fuerte es la influencia de
esta teoría, que también los ideólogos burgueses se han visto siempre obligados a contar
con ella y nunca han cesado sus esfuerzos en busca formas y maneras para deformar el
marxismo-leninismo, para minar la revolución.
Las actuales teorías antileninistas sobre los «tres mundos», sobre el «no alineamiento»
etc., también tienen como objetivo minar la revolución, sofocar la lucha contra el
imperialismo, contra el norteamericano en particular, dividir el movimiento marxistaleninista,
la unidad del proletariado que han preconizado Marx y Lenin, crear todo tipo
de agrupaciones de elementos antimarxistas, para combatir a los auténticos partidos
marxista-leninistas que se mantienen fieles al marxismo-leninismo, a la revolución.
Los intentos de analizar las situaciones de una forma supuestamente nueva, diferente de
la de Lenin y Stalin, de cambiar la estrategia revolucionaria a la que siempre se ha
atenido el movimiento comunista marxista-leninista, conducen a un camino erróneo,
antimarxista, al abandono de la lucha contra el imperialismo y el revisionismo. La
fidelidad al marxismo-leninismo, a la estrategia revolucionaria del movimiento
marxista-leninista, la lucha contra todas las desviaciones oportunistas que propagan los
revisionistas contemporáneos de toda calaña, la movilización revolucionaria de la clase
obrera y de los pueblos contra la burguesía y el imperialismo, la seria preparación para
la revolución, son el único camino justo, el único camino que conduce a la victoria.

Comité Central del Partido del Trabajo de Albania

7 de julio de 1977

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