jueves, enero 24, 2013

Las concepciones antimarxistas de los revisionistas soviéticos sobre el problema de las contradicciones en el socialismo

Por Vasillaq Kureta (1)

Revista “Albania Hoy”. Número 2 (105)
Tirana, año 1989.
Páginas 44 a 50.


Un nuevo desarrollo cobraron los puntos de vista de los revisionistas soviéticos a partir de los años 80 y hasta el presente. Esto está relacionado en primer lugar con el hecho de que el capitalismo en la Unión Soviética atravesaba momentos de profunda crisis en todos los aspectos, un período de fracasos en todos los campos, de propagación de lacras sociales tales como el paro, el alcoholismo, la criminalidad, el burocratismo, la exacerbación de las contradicciones antagónicas extendida a todos los campos de la vida. En tales circunstancias, las clases dominantes en el Poder buscaron en el frente filosófico un inmejorable apoyo «teórico» a la aplicación de la política revisionista. De modo particular se hicieron tentativas para pasar de las teorías abstractas de las contradicciones a su análisis concreto, con el fin de servir mejor a la política de clase de la burguesía soviética. Se ha confirmado lo que decía el camarada Enver Hoxha que la realidad capitalista de la Unión Soviética desgastará y arrancará la máscara de la teoría del socialismo desarrollado de los revisionistas soviéticos. Los dirigentes revisionistas en la Unión Soviética exigieron insistentemente una adaptación de la teoría de las contradicciones a los procesos y fenómenos de la sociedad soviética. El XXVII Congreso del PC revisionista soviético, criticando el frente filosófico y el de las ciencias sociales en su conjunto, por su atraso en el conocimiento de los problemas de la vida, planteó la tarea y dio la orientación de «resolver los problemas de las contradicciones en las condiciones del socialismo». Esta era una directa exigencia a la filosofía revisionista soviética para contribuir a la aplicación de la política revisionista, y actualmente a la llamada «reestructuración» de la sociedad soviética.


1. SOBRE EL LUGAR Y EL PAPEL DE LAS CONTRADICCIONES EN EL SOCIALISMO
 

Marx y Engels han argumentado científicamente que el origen del movimiento de la materia y de los fenómenos de la naturaleza y de la sociedad son las contradicciones que se hallan en su seno. Los filósofos revisionistas se oponen, por sus fines políticos y de clase, a esta concepción fundamental de la dialéctica marxista. En la literatura revisionista hallamos puntos de vista de los más dispares que niegan este papel y esta función de las contradicciones de la sociedad socialista. Así, a partir de los últimos años de la década de los 50, se propugno la idea de que las contradicciones no corresponden a la esencia de la sociedad socialista, a su base y su sistema estatal, que las contradicciones están relacionadas únicamente con el pasado histórico, con las condiciones exteriores o con deficiencias en determinados eslabones del sistema de relaciones dé producción y en el aparato del Estado.
Los filósofos revisionistas soviéticos afirman que en la sociedad socia lista
«el principio rector absoluto no es la lucha de los contrarios, sino su unidad»(2).
Esto se debe, según ellos, a que
«en el socialismo la dialéctica de las contradicciones ha cedido el lugar a la dialéctica de la armonía», que excluye las contradicciones sociales»(3).
Del mismo modo, afirman que «...a diferencia del capitalismo donde la unidad es relativa y el antagonismo absoluto, en el socialismo la unidad adquiere un carácter absoluto»(4). Algunos autores revisionistas se atienen al punto de vista de que la ley de la unidad y de la lucha de los contrarios pierde en el socialismo «los contrarios y la lucha» y del mismo modo que el imperialismo está privado de unidad, por oposición en el socialismo se excluye la lucha de los contrarios»(5).
Otros afirman que la tesis leninista sobre el carácter relativo de la unidad y el carácter absoluto de la lucha de los contrarios, no es aplicable en el socialismo, que «esta sólo tiene relación con determinada sociedad de clases, donde las contradicciones antagónicas asumen el carácter de los contrarios sociales los cuales se excluyen mutuamente»(6). En la literatura soviética se ha propagado ampliamente al punto de vista según el cual, la fuerza motriz de desarrollo de la sociedad no son las contradicciones, sino «sólo la unidad y la colaboración».
El socialismo es inseparable de sus contradicciones. Negar las contradicciones en el socialismo significa frenar el proceso histórico. Al contrario, las contradicciones en el socialismo tienen carácter objetivo, emanan de la propia dialéctica de su desarrollo. Un factor que frena el proceso de desarrollo histórico no son las contradicciones en sí, sino las diversas dificultades que surgen a lo largo de la lucha por resolver dichas contradicciones, bajo la acción de los factores objetivos y subjetivos.
También en el socialismo, como recalca el camarada Enver, el desarrollo es
«un proceso relativamente prolongado, que se efectúa a través de la lucha de los contrarios», el desarrollo de la sociedad socialista se efectúa por el «surgimiento y la solución de las diversas contradicciones (…) También en el socialismo, a pesar de haber sido eliminada la propiedad privada y desarrollarse la sociedad de manera consciente, como consecuencia de que los hombres viven y actúan en condiciones y circunstancias distintas motivadas por la existencia de diferencias esenciales entre las clases amigas, entre la ciudad y el campo, entre el trabajo manual y el intelectual, etc., nos enfrentamos a intereses, aspiraciones y pensamientos diferentes, a una serie de contradicciones»(7).
La sociedad socialista es el organismo vivo que está en continuo movimiento y desarrollo. Rasgo distintivo de éste es su perfeccionamiento y evolución interrumpidos y en constante ascenso. A lo largo de todo el proceso histórico de nacimiento y desarrollo de la sociedad socialista, como lo demuestra también la experiencia histórica, existen contradicciones que surgen y se resuelven continuamente. Estas contradicciones, que tienen un carácter antagónico y no antagónico, las encontramos en todas las esferas de la vida económica, política e ideológica.
En la sociedad socialista, en la que las relaciones socialistas de producción, por su propia esencia, están liberadas de la opresión y la explotación, son características las contradicciones no antagónicas. Pero por diversas razones y motivos en la sociedad socialista, incluso tras la construcción de la base económica del socialismo, existen asimismo contradicciones de carácter antagónico. También en el socialismo las contradicciones constituyen siempre una relación de contrarios, de unidad y lucha de los contrarios.
La dialéctica marxista ha argumentado que la unidad y lucha de los contrarios están en relación dialéctica, rigurosamente definida. Sin esta relación no puede concebirse su existencia. Por eso, minimizar el terreno de la lucha de los contrarios y tanto más negarlo significa negar la propia contradicción.
Es conocida la tesis de la filosofía marxista-leninista de que la lucha de los contrarios y solamente ella es el origen del propio movimiento y desarrollo. Pero con justa razón surge la pregunta: ¿acaso no viene fortaleciéndose la unidad del pueblo en la sociedad socialista? Esto no puede negarse en absoluto. Esta unidad es una realidad viva en nuestra sociedad socialista. Pero esto es otra cosa. Esta unidad es resultado y consecuencia de la solución de las contradicciones por medio de la lucha de los contrarios, a través de la lucha de clases. Esta lucha de los contrarios, esta lucha consecuente de clases fortalece la cohesión, la unión, la unidad, porque excluye los fenómenos que se oponen a la unidad, amplía el marco de los intereses comunes entre las personas en la sociedad socialista. No puede lograrse la unidad, conservarla y tanto menos desarrollarla apartándola de la lucha de los contrarios, de la lucha de clases.
El objetivo antimarxista de los revisionistas soviéticos de deformar la filosofía marxista-leninista los ha llevado a transformar el contenido de la ley de la unidad y la lucha de los contrarios en el socialismo. Pretenden que esta ley fundamental de la dialéctica sea formulada como «ley de la unidad y de los aspectos y tendencias contradictorias»(8). Para ellos la ley de la unidad y la lucha de los contrarios en el socialismo y el comunismo no actúa. Esto, según ellos, ocurre porque en la actualidad se está pasando de la prehistoria de la humanidad a su verdadera historia. Por consiguiente, arguyen, se está operando asimismo el paso de la unidad y la lucha de los contrarios a la ley de la unidad de los aspectos contradictorios, sin lucha de los contrarios. La ley de la unidad y la lucha de los contrarios, según ellos, es «un caso particular, no evolucionado de la ley de la contradicción».
Según los filósofos revisionistas soviéticos las leyes de la dialéctica, y por lo tanto también esta ley, fueron formuladas por Marx y Engels, «utilizando el material de la historia de las formaciones antagónicas», es decir cuando la sociedad socialista no existía. De este modo, según se expresan, las leyes de la dialéctica reflejaron el nivel de las relaciones sociales concretas y el nivel del conocimiento humano de ese momento.
De hecho, no es en absoluto verdad que lo descubierto por Marx y Engels tenga valor sólo para las formaciones antagónicas. Descubrieron el carácter general de esta ley fundamental de la dialéctica. La ley de la unidad y la lucha de los contrarios obra en la naturaleza, en la sociedad y en las ideas, actúa en todas las formaciones económico-sociales. El carácter específico de su acción en el socialismo no niega de ningún modo su carácter universal.
Por otro lado, ¿por qué se niega la contribución aportada por Lenin y Stalin en la elaboración de su contenido en las condiciones de la sociedad socialista? La deformación de la historia y las sofisticaciones les hacen falta a estos seudo filósofos para sus concepciones revisionistas.
Absolutizar la unidad de los contrarios, apartarla de la lucha de los contrarios, negar los contrarios y la lucha de los mismos en la sociedad socialista, como hacen los revisionistas soviéticos, tienen como fuente sus objetivos de dar un contenido filosófico al oportunismo político e ideológico, a la negación de la lucha de clases y de la revolución.

2. SOBRE EL CARACTER DE LAS CONTRADICCIONES EN LA SOCIEDAD SOCIALISTA
 
La cuestión del carácter de las contradicciones en la sociedad socialista es un problema bastante delicado para los revisionistas soviéticos. La realidad socio-económica de la Unión Soviética está colmada de profundas contradicciones de carácter antagónico. El proceso de aburguesamiento de la sociedad soviética en todos sus poros se realizó plenamente. Actualmente se desarrollan fenómenos y profundos males típicos de la sociedad capitalista como las crisis, el paro y la exacerbación de las contradicciones sociales. La Unión Soviética es una verdadera cárcel de pueblos y naciones. La polarización de clases se desarrolla ininterrumpidamente, la corrupción de la burocracia estatal y del partido, de la propia clase burguesa dominante está ampliando continuamente sus dimensiones. La revuelta de las masas oprimidas se extiende y aumenta continuamente. Desde este punto de vista las teorizaciones de los revisionistas soviéticos sobre las contradicciones en el socialismo tienen una base que no es en ningún modo socialista. Esto constituye una contradicción real que facilita el desenmascaramiento de estas teorizaciones que tratan de encubrir esta realidad capitalista, de justificar la política revisionista. A pesar de estar aderezadas con frases marxistas y con referencias a Marx y Lenin, sus teorizaciones están en plena oposición con la teoría marxista-leninista y con la práctica revolucionaria.
Las deformaciones y las teorizaciones de los revisionistas modernos sobre el carácter de las contradicciones en la sociedad socialista se apoyan en sus tesis de que supuestamente el período de transición concluye con la construcción de la base económica del socialismo. Esta tesis la confirmó también el XXVII Congreso y el programa aprobado por éste. Los clásicos del marxismo-leninismo han explicado científicamente los límites históricos de la extensión del período de transición y su contenido. Apoyándose en este significado y en la experiencia histórica el camarada Ramiz Alia acentúa que «el período de transición se inicia con el derrocamiento del Estado burgués, la instauración del Estado de dictadura del proletariado y concluye con la supresión de las clases, la extinción del Estado, el establecimiento del principio «a cada cual según sus necesidades»(9). El desarrollo de la sociedad socialista es un proceso que se realiza por etapas. En este proceso histórico de desarrollo, como han previsto los clásicos y tal como confirmó nuestra experiencia, existe una etapa histórica, tras la cual se liquidan la propiedad privada y las clases explotadoras y se construye la base económica del socialismo.
Además, la sociedad socialista se construye en las condiciones de la existencia de clases amigas. A pesar de que su existencia constituye la característica fundamental de la sociedad socialista, ésta no se ha transformado aún en sociedad comunista. Por tanto, siguen habiendo remanentes de las clases derrocadas que actúan, existen remanentes de las ideologías extrañas en la conciencia del individuo, sigue ejerciéndose poderosamente la presión ideológica burgués-revisionista sobre las personas y no ha desaparecido la posibilidad de que surjan elementos y grupos hostiles, que, como demuestra la experiencia histórica, no es algo abstracto sino un posibilidad real.
En esta etapa hay también contradicciones concretas que la caracterizan. Aquí se plantea el siguiente problema teórico: ¿qué carácter tienen las contradicciones que residen en la base del desarrollo histórico de la sociedad socialista tras la conclusión de la etapa de la construcción de la base económica? ¿Qué tipo de contradicciones caracterizan a la sociedad socialista en la etapa de la completa construcción de la sociedad socialista?
Según los revisionistas soviéticos, tras la construcción de la base económica del socialismo, se realiza la construcción completa y definitiva de la sociedad socialista. En estas circunstancias no puede hablarse de contradicciones antagónicas. «La experiencia de la Unión Soviética, — escribe el revisionista Butenko, — demuestra que con el nuevo éxito cualitativo en el desarrollo de la sociedad socialista, puede distinguirse un período histórico en el que el socialismo realiza la victoria completa y definitiva, cuando se logra la unidad social y política de la sociedad. Precisamente a esta nueva situación cualitativa está ligada la transformación del Estado de dictadura del proletariado en Estado de todo el pueblo. En esta etapa en el interior de la sociedad no hay ni puede haber contradicciones sociales de carácter antagónico»(10). La negación de las contradicciones antagónicas, haciendo pasar por «socialista» la actual realidad capitalista en la Unión Soviética, se hace con la intención de desviar la atención de las profundas contradicciones antagónicas que corroen la actual sociedad soviética, para justificar la negación de la lucha de clases.
Los revisionistas soviéticos pretenden presentar la negación de la contradicción antagónica en la sociedad socialista tras la construcción de la base económica del socialismo como un punto de vista de los clásicos del marxismo-leninismo. «Acerca de la cuestión de si en las condiciones donde se ha construido el socialismo pueden existir contradicciones — escriben J. Granin y M. M. Sapunov, — que en esencia son antagónicas, los clásicos del marxismo-leninismo, como se sabe, han respondido negativamente»(11). Para argumentar este punto de vista traen a colación una afirmación de Marx que dice que «...las relaciones burguesas de producción constituyen la última forma del proceso social de la producción»(12). No puede negarse el hecho de que las relaciones de producción no están liberadas de toda forma de opresión y explotación del hombre por el hombre. Están por encima de la propiedad socialista y por esta razón el rasgo característico de estas relaciones de producción es la contradicción antagónica. Esto dice también Marx en la mencionada afirmación, haciendo una diferencia entre todas las anteriores formas de las relaciones de producción apoyadas en la propiedad privada, Marx jamás ha afirmado que la sociedad socialista se libera de toda suerte de antagonismos. Ha afirmado asimismo la idea de que la sociedad socialista «apenas surge de la sociedad capitalista conserva aún, desde todo punto de vista económico, moral y intelectual, vestigios de la vieja sociedad, de cuyo seno ha surgido»(13).
La práctica demuestra que estos vestigios se conservan durante un largo tiempo incluso tras la construcción de la base económica del socialismo, porque a lo largo del período de transición hasta llegar al comunismo existe la posibilidad del surgimiento de nuevos elementos burgueses y de la restauración del capitalismo. La lucha por evitarlos tiene carácter antagónico.
Siguiendo el camino capitalista, la sociedad soviética se gangrena cada vez más y las plagas del capitalismo y las contradicciones que la corroen toman un carácter cada vez más agudo. Esto obligó a la dirección soviética empezando por los años 80 a hablar cada vez más frecuentemente de «fenómenos negativos» y de «plagas sociales». Sobre esta base, recurriendo a la demagogia para encubrir la realidad capitalista, salieron con la teoría de Gorbachov de la «reestructuración de la sociedad soviética» y apelan a su cuerpo de filósofos para que justifiquen teóricamente la política revisionista.
Nuestro Partido y el camarada Enver Hoxha, apoyados en los principios fundamentales del socialismo científico y en el análisis dialéctico de los fenómenos de nuestra revolución socialista, elaboraron una idea, enteramente opuesta a la de los revisionistas soviéticos, según la cual incluso tras la construcción de la base económica del socialismo, por un período relativamente largo hasta la transición al comunismo, existen contradicciones sociales no sólo de carácter no antagónico, sino también antagónico. Pese a la liquidación de la propiedad privada y de las clases existentes, existen y actúan importantes factores y diversas causas, internas y externas, que condicionan la existencia de los dos tipos de contradicciones, no antagónicas y antagónicas. La existencia de contradicciones de carácter antagónico después de la construcción de la base económica del socialismo está condicionada por la existencia de remanentes de las clases derrocadas que aspiran y luchan por reconquistar el Poder. En la realización de estos objetivos cuentan con la activa ayuda de la burguesía internacional y de la reacción.
Además, a causa de la acción de muchos factores objetivos y subjetivos, en la conciencia de nuestras gentes existen remanentes de diversas ideologías del pasado: feudales, religiosas, patriarcales, pequeño burguesas, así como la influencia de nuevas formas de la ideología y la concepción burguesa del mundo. Por su esencia, sus variadas formas y su carácter hostil, diametralmente opuestas e irreconciliables con la ideología de nuestro régimen socialista, representan una ideología que está en antagonismo con nuestra ideología y por lo tanto constituyen un gran peligro de degeneración. A lo largo de todo el período de la construcción del socialismo, como demuestra la experiencia histórica, existe la posibilidad del surgimiento de elementos, grupos enemigos, y, si no se lucha consecuentemente, también de una nueva clase burguesa; existe la posibilidad de restauración del capitalismo.
El camarada Enver Hoxha, generalizando la experiencia histórica de la construcción del socialismo en nuestro país, recalca: «En la sociedad socialista existe el peligro de la degeneración de determinadas personas, del surgimiento de nuevos elementes burgueses, de su transformación en contrarrevolucionarios. El marxismo-leninismo nos enseña que esto se debe, no sólo a que en la nueva sociedad socialista se conservan aún tradiciones, costumbres, comportamientos y concepciones del modo de vida de la sociedad burguesa de la cual ha surgido, sino también a ciertas condiciones económicas y sociales, que en la fase transitoria existen en esta sociedad. Las fuerzas productivas y las relaciones de producción, la forma de distribución que se basa en ellas, están aún muy lejos de ser enteramente comunistas. En este sentido influyen asimismo las diferencias que existen en diversos terrenos, como entre el campo y la ciudad, entre el trabajo manual y el intelectual, entre el trabajo cualificado y el no cualificado, etc., que no pueden desaparecer de golpe. A todo esto se le debe sumar la fuerte y múltiple presión que el mundo capitalista y revisionista ejerce desde el exterior. El socialismo puede limitar en gran medida el surgimiento de los fenómenos negativos, que no son inherentes a su naturaleza, pero no está en condiciones de evitarlos enteramente»(14). Las contradicciones antagónicas no surgen de la esencia de las relaciones socialistas de producción, no saturan todos los poros de la sociedad socialista como ocurre en la sociedad capitalista. Son enteramente ajenos a la naturaleza del socialismo. Estas contradicciones se resuelven en el marco del régimen existente, desarrollando consecuentemente la lucha de clases, fortaleciendo continuamente la dictadura del proletariado que reprime sin piedad a todos los enemigos que atentan contra la revolución y el socialismo.
A lo largo de todo el período de la construcción del socialismo existirán contradicciones de clase y solo en el comunismo desaparecerán completamente. Durante el período de transición surgen y se resuelven una serie de contradicciones. Característica de la sociedad socialista, para todo el período de transición del capitalismo al comunismo, como han afirmado los clásicos del marxismo-leninismo y como ha confirmado también la experiencia histórica, son las contradicciones no antagónicas. Esto se explica con el hecho fundamental de que la propiedad social agrupa a las personas y las clases, amplía la esfera de sus intereses comunes y el propio desarrollo del socialismo reduce cada vez más la esfera de los intereses opuestos. Este es un proceso objetivo y al mismo tiempo complejo. Por otro lado, la existencia de la contradicción antagónica a la par de la no antagónica, a lo largo de todo el período de transición del capitalismo al comunismo, plantea la necesidad de determinar el lugar, la extensión y el papel de estos dos tipos de contradicciones.
La contradicción antagónica ocupa espacio y lugar también en la etapa de la completa construcción de la sociedad socialista. Según el lugar que ocupa depende también el papel que juega en la sociedad socialista. Puesto que las contradicciones antagónicas, desde el punto de su extensión, son más limitadas que las contradicciones no antagónicas, éstas no dejan de tener menor importancia por el papel que tienen y la esfera en que actúan. Se las encuentra en el terreno económico, político e ideológico. El problema es que no se confunda la variedad de formas de expresión de estos dos tipos de contradicciones en las direcciones y terrenos donde se manifiestan objetivamente.
En el análisis de estas contradicciones se exige conocer no sólo su aspecto cuantitativo, sino también cualitativo. La realidad histórica y concreta, la experiencia histórica demuestra que «(...)el enemigo desarrolla su lucha en todos los sentidos. Nos combate en lo ideológico, lo económico y lo político»(15).


3. LA CONTRADICCION FUNDAMENTAL DEL PERIODO DE TRANSICION DEL CAPITALISMO AL COMUNISMO


Cuando se plantea la cuestión de la contradicción fundamental de la sociedad socialista no puede dejar de tenerse en consideración el lugar que ocupa el socialismo en la formación económico-social del comunismo. Es conocido el hecho de que inmediatamente de después de instaurada la dictadura del proletariado se inicia una dura lucha entre el socialismo que nace y se desarrolla y el capitalismo que se viene suprimiendo. Esta lucha que se desarrolla plantea el problema de su límite histórico final. Precisamente con esta cuestión especulan grandemente los filósofos revisionistas soviéticos. Los clásicos del marxismo-leninismo han expresado también claramente y la experiencia histórica de nuestro país, como la de los países donde se restauró el capitalismo, ha demostrado que esta lucha prosigue también en el socialismo y concluye sólo cuando se pasa definitivamente a la sociedad sin clases y sin Estado, la sociedad comunista. Sólo sobre esta base teórica y práctica puede resolverse correctamente la cuestión de cuál es la contradicción fundamental de la sociedad socialista, por qué rasgos se caracteriza y cuándo se resuelve.
En la literatura revisionista soviética se han expresado opiniones disipares sobre el problema de la contradicción fundamental en la sociedad socialista. Entre ellas está la opinión de que «la formación económica-social del comunismo no tiene contradicción fundamental y por ello se distingue de todas las demás formaciones sociales»(16). Los adeptos de estos puntos de vista a fin de definir la contradicción fundamental se basan en el conflicto y la revolución como el principal y único rasgo para definir la contradicción fundamental. Puesto que la transición del socialismo al comunismo no se efectúa con conflicto y revolución, entonces, según ellos, el socialismo no tiene una única contradicción fundamental. El conflicto y la revolución constituyen en realidad rasgos de la contradicción fundamental de la sociedad capitalista, que han definido claramente Marx y Engels, explicando asimismo la base de este conflicto. Pero esto no significa que el nuevo régimen económico-social que se establece tras la revolución socialista no tenga su propia contradicción fundamental.
La contradicción fundamental es la que determina la fisonomía de la sociedad, todo el período de transición del capitalismo al comunismo. La contradicción fundamental está presente en todas las etapas del surgimiento y desarrollo de la formación económico-social del comunismo, determinando la dirección fundamental del desarrollo. Esta determina la existencia de todas las demás contradicciones, las caracteriza e influye activamente sobre ellas.
Lenin ha aceptado teóricamente que todo el período de transición del capitalismo al comunismo es la lucha «entre el capitalismo que agoniza y el comunismo que nace»(17). La experiencia histórica de la construcción del socialismo en nuestro país demuestra más y mejor que la contradicción fundamental a lo largo del período de transición es la que existe entre el socialismo y el capitalismo, es decir, entre el socialismo que crece, se desarrolla y madura continuamente para llegar al comunismo y el capitalismo que ha sido vencido, pero que debe ser liquidado en todos los terrenos de la vida impidiéndole toda posibilidad de restauración.
El camarada Enver Hoxha, sintetizando nuestra experiencia de la construcción del socialismo y la mundial recalca: «Debemos tener siempre presente que nos encontramos en el período de transición del capitalismo al comunismo. Esto significa que durante este período el capitalismo y el socialismo están en lucha intransigente. Esta lucha continúa a lo largo de todo el período de transición que no se sabe por cuánto durará, pero sí, que proseguirá aún durante largo tiempo»(18)
Pero con la construcción de la base económica del socialismo, es decir, con la liquidación de las relaciones capitalistas de producción y la instauración de las relaciones socialistas, ¿puede acaso decirse que se ha resuelto la contradicción fundamental? ¿Coincide la construcción de la base económica del socialismo con la solución en conjunto de la contradicción entre el socialismo y el capitalismo? Llama la atención el hecho que en la literatura de los revisionistas soviéticos, sobre todo la de finales de los años 50 y posterior se ha dejado caer la opinión de que esta contradicción se resuelve completa y definitivamente con la construcción de la base económica del socialismo.
Refiriéndose a esta experiencia negativa, el camarada Enver Hoxha puntualiza: «En la Unión Soviética, en Yugoslavia y en otros países revisionistas, el capitalismo arrebató nuevamente el Poder al socialismo. ¿Por qué? Porque se extinguió la lucha de clases y en su lugar se estableció la paz entre el socialismo y el capitalismo»(19).
El desarrollo y la profundización interrumpidos de nuestra revolución socialista por nuevos caminos, planteó una serie de problemas que estaban directamente relacionados con la suerte de la contradicción entre el socialismo y el comunismo. ¿Por qué camino debía desarrollarse nuestra revolución socialista para que no tuviera retroceso? ¿En qué medida se resuelve la contradicción entre el socialismo y el capitalismo y la cuestión de quién vencerá con la construcción de la base económica del socialismo? La primera conclusión que parte del análisis de estos problemas y de la práctica histórica, apoyándose siempre en el pensamiento teórico del Partido y del camarada Enver Hoxha, es que la solución de la contradicción fundamental entre el socialismo y el capitalismo tiene su propia historia, sus fases por las cuales pasa. La construcción de la base económica del socialismo es sólo una fase, pero no es la última de su solución. Nuestra práctica de la construcción del socialismo prueba muy bien que la construcción de la base económica del socialismo coincide con la solución de la contradicción fundamental entre el socialismo y el capitalismo, que tras esta victoria existe la posibilidad de que el capitalismo sea restaurado.
A lo largo de la completa construcción de la sociedad socialista deben resolverse una serie de problemas que están relacionados con el triunfo de la revolución socialista en el terreno de la ideología. Su solución es bastante compleja y re quiere largo tiempo. La lucha de clases que se desarrolla en esta etapa en el frente ideológico es parte constitutiva de la solución de la contradicción fundamental entre el socialismo y el capitalismo. Esta lucha de clases en el frente ideológico es inseparable de la lucha de clases en el frente económico y político. Nuestra experiencia histórica de la construcción del socialismo ha demostrado, como ha señalado el camarada Enver, «(...)mientras no esté garantizada la victoria total de la revolución socialista en el terreno de la ideología y de la cultura, tampoco pueden estar aseguradas y garantizadas las victorias de la revolución socialista en los terrenos político y económico. Por eso, la lucha en el frente ideológico por la total derrota de la ideología burguesa y revisionista, está relacionada en resumidas cuentas, con la cuestión de si se construirá el socialismo y el comunismo y se evitará la restauración del capitalismo»(20).
La experiencia de la revolución y de la construcción del socialismo demuestra que la lucha de clases que se desarrolla en todos los frentes está relacionada directamente con la cuestión de si proseguirá la construcción del socialismo o degenerará o será derrocado. Demuestra que la lucha entre el socialismo y el capitalismo se desarrolla duramente e, independientemente del terreno en que se desarrolla, político o económico, ideológico, cultural o militar, a fin de cuentas es «una lucha por determinar si se mantendrá y consolidará la dictadura del proletariado o si degenerará y será derrocada; Como ha ocurrido en la Unión Soviética y en otros países. Nuestro Partido siempre ha tenido presente esta vital enseñanza del marxismo-leninismo, plenamente confirmada por la experiencia práctica».(21)
La lucha entre el capitalismo y el socialismo se desarrolla tanto en el frente interno como en el externo. En el frente interno esta lucha se inicia con el derrocamiento y la liquidación de las clases explotadoras, con la propiedad socialista sobre los medios de producción en la ciudad y el campo, con la supresión de la explotación del hombre por el hombre y continúa contra todos los rematantes de las clases explotadas, contra todos las lacras y residuos heredados del viejo régimen en todos los terrenos de la vida, contra los nuevos enemigos que degeneran y surgen en la sociedad socialista, para llevar siempre adelante la revolución socialista.
De este modo, en la medida que se resuelve la contradicción fundamental, se lleva a cabo también el interrumpido desarrollo social socialista, avanza el proceso de transición a la sociedad comunista. Esto significa que la contradicción fundamental entre el socialismo y el capitalismo se soluciona gradualmente, por partes, hasta que, en el proceso de desarrollo de la sociedad socialista, se vaya a su solución completa y definitiva. Esta solución completa y definitiva coincide con el paso de la sociedad socialista a la comunista.

(1) Docente en el Instituto de Estudios Marxista-Leninista
(2) J. Harrin. La dialéctica social marxista, 1985, pág. 271.
(3) Ibídem.
(4) J. V. Dudinski. La colaboración socialista, las tendencias fundamentales de desarrollo, 1976, pág. 140.
(5) P. Rachkov. El socialismo como forma de la dialéctica social, 1985, pág 171.
(6) V. S. Sutiagin, A. S. Sutiagin. Particularidades de las contradicciones en la sociedad socialista y las vías para superarlas, Moscú, 1972, pág. 33.
(7) Enver Hoxha. Informes y discursos 1970-1971, ed. en alb., pág. 105.
(8) S. A. Stepanjan. La dialéctica del actual desarrollo social, 1966, pág. 39.
(9) Ramiz Alia. Discursos y conversaciones 1986, ed. en alb., pág. 98.
(10) Voprosi fillosofii, Nr. 2, 1984, pág. 133
(11) J. Granin, M. Sapunov. Antagonismos y contradicciones de la actual evolución social, 1986, pág. 34.
(12) C. Marx, F. Engels. Obras Escogidas, t. II, pág. 14, 2da ed. en albanés.
(13) Ibídem.
(14) Enver Hoxha. Informe ante el VII Congreso del PTA, ed. alb., págs. 129-130.
(15) Idem. pág. 136.
(16) V.S. Sutiagin, A. S. Sutiagin. Obra citada, pág. 51.
(17) V. I. Lenin. Obras Escogidas, t. II, 1ra ed. en albanés. pág. 563.
(18) Enver Hoxha. Informes y discursos 1974-1975, ed. en alb. págs. 201-202.
(19) Ídem. pág. 202.
(20) Enver Hoxha. Informe ante el V Congreso del PTA, ed. en alb., pág. 128.
(21) Enver Hoxha. Informe ante el VI Congreso del PTA, ed. alb., pág. 103.

martes, enero 22, 2013

PIQUETEROS ABSOLUCIÓN Y BANQUEROS A PRISIÓN‏

Enviado por Grebaren Lagunak

Ante las peticiones de cárcel realizadas por la fiscalía de navarra para varios de nosotros y nosotras por participar en las ultimas huelgas generales en Navarra, realizamos este vídeo denunciando que mientras las elites políticas, empresariales y de poder siguen amasando fortunas indecentes, al pueblo organizado en piquetes nos quieren llevar a prisión. GREBALARIEN KOLEKTIBOA.




viernes, enero 18, 2013

La profundidad de la crisis mundial y la agravación de los antagonismos capitalistas

Por Vyacheslav Molotov


La crisis económica, en extremo profunda, que se manifiesta actualmente en los países capitalistas, lleva consigo una agravación extraordinaria de todos los antagonismos del capitalismo. Ella agrava los antagonismos tanto interiores como exteriores del sistema capitalista.

Ahora se observa claramente que la apreciación hecha por los comunistas al comienzo de la crisis económica mundial estaba justificada del todo. Contrastando con la opinión expuesta por los economistas y los políticos burgueses, la crisis, no sólo no ha disminuido en el transcurso de estos últimos dieciséis meses, sino que, por el contrario, se agravó. Bastaron algunas cifras para demostrarlo.

En los países capitalistas de mayor importancia constatamos al principio del corriente año, en lo que se refiere al más alto coeficiente obtenido en el desarrollo de la industria frente a la crisis, es decir, a mediados del año 1929, la siguiente disminución de la producción: en los Estados Unidos, el 32 por 100; en Alemania, el 28 por 100; en Inglaterra, el 19 Por 100; en Polonia, el 25 por 100, en Francia, donde la crisis ha comenzado algo más tarde, el 7 por 100.

Paralelamente a esta crisis industrial se asiste a la agravación de la crisis agraria. Esta se manifiesta por una disminución de los precios verdaderamente catastrófica. Los precios en grueso de un cierto numero de importantes productos agrícolas, de los cuales dependen las rentas de centenares de millones de campesinos en todo el mundo capitalista, se han reducido a la mitad e incluso a la tercera parte de lo que eran hasta entonces. Muy frecuentemente son inferiores al costo de la producción. Esta baja de los precios destroza de un modo espantoso centenares de millones de explotaciones campesinas.

Las reservas mundiales de los principales productos industriales y agrícolas han aumentado considerablemente, durante el año último, la desocupación y la miseria en las ciudades y en los campos de los países capitalistas y sus colonias. El carácter horrible de la crisis económica se manifiesta igualmente por una reducción considerable de las exportaciones y las importaciones, en el año 1930, de todos los países capitalistas sin excepción.

Si hace un año, es decir, al principio de la crisis, habia muchas gentes en los países capitalistas que confiaban en las declaraciones optimistas de los Gobiernos burgueses sobre el fin rápido de la crisis y la proximidad de un nuevo periodo de prosperidad, actualmente se comprueba un estado de espíritu totalmente opuesto. La Prensa burguesa hasta se ve forzada a reconocerlo.

En el año 1931, no solo no se manifiesta ningún sintoma de mejoramiento de la situación económica en los países capitalistas, sino que sucede lo contrario. La crisis continúa agravandose. Incluso no ha logra do todavia su mas bajo nivel. Estos últimos meses asistimos al crecimiento del numero de quiebras de reputaciones y Bancos capitalistas. Los negocios del capitalismo sufren tales perturbaciones que no se ve aín salida para la crisis.

Precisa reconocer que los economistas burgueses se hallan en muy dificil situación. Están obligados a encontrar siempre nuevos argumento para la crisis económica mundial. Incapaces de apropiarse la comprensión marxista, es decir, la única causa científica de la crisis, se debaten entre contradicciones infinitas.

«Estamos en un caos increible—escribe el célebre economista ingles Keynes—, pues, a pesar de especular con una máquina extraordinariamente sutil, cuyas leyes desconocemos, incurrimos en errores verdaderamente toscos.» (Wirtschaftsdienst de 19 de diciembre de 1920.)

La situación de los poilíticos burgueses no es mejor tampoco. Sus predicciones, relacionadas con una corta duración de la crisis, se han derrumbado. Su completa incapacidad para luchar contra la crisis se ha revelado abiertamente. En las amplias masas de los países capitalistas crece la desconfianza, tanto respecto de los economistas como de los políticos burgueses.

Basta leer la Prensa burguesa para convencerse de que el descontento crece respecto del capitalismo. En ella se refleja cada vez mejor este estado de espíritu. El célebre economista alemán Bonn, en su artículo titulado «Significación de la crisis americana», declara lo siguiente:

«En millares de corazones y cerebros se plantea la ingenua pregunta que sigue: «¿Tiene aún alguna justificación el sistema capitalista, si él mismo no se halla en condiciones de crear en el país más rico del mundo un orden que asegure a una población relativamente débil, trabajadora y constante, una renta de acuerdo con las necesidades humanas incrementadas por la técnica moderna, sin que de vez en cuando tengan que verse obligados millones de hombres a mendigar sopas de la caridad oficial o a refugiarse en los asilos nocturnes? » La significación de la crisis americana no sólo está en que la dirección de la economía o de la política económica de América se halla en manos de entidades puestas en entredicho, sino en el propio sistema capitalista. » (Die Neue Rundschau, febrero de 1931.)

Claro es que el honorable profesor califica de ingenua la pregunta para no alarmar. Pero no es menos evidente que la duda de la justificación del sistema capitalista se plantea entre millares de hombres de América y en todos los países donde domina el sistema capitalista.

La Neue Freie Presse, órgano de la gran burguesía austriaca, escribe, en su número de 1 de enero:

«Son muchos los que se preguntan ansiosamente si el sistema de la economía capitalista es responsable de todas estas desdichas.»

Y así es, en efecto. La creciente crisis económica agrava en extremo las contradicciones del capitalismo y plantea cada vez con mayor nitidez el problema de la justificación del régimen capitalista. Por eso se explica la declaración del líder del liberalismo inglés Lloyd George cuando dice:

«Si no tenemos ocupación para los sin trabajo es que la revolución se producido ya en este país. No sujetaréis en su caseta al perro si no podéis arrojarle algún hueso que roer.» (Manchester Guardian, 7 de enero de 1931.)

Con estas palabras se expresa todo el odio de la clase capitalista hacia la clase obrera y, al mismo tiempo, su miedo ante la fuerza pujante del proletariado.

Si en el interior de los países capitalistas la situación se hace cada vez más difícil, la situación no es más halagadora en lo que concierne a sus mutuas relaciones.

Tampoco es posible pretender que las relaciones entre las potencias imperialistas y sus colonias mejoren en estos últimos tiempos.

¿Puede afirmarse que los acuerdos o semiacuerdos obtenidos últimamente con los representantes de los terratenientes y de la burguesía india aseguran por un cierto tiempo la estabilidad de relaciones en la India misma? En una situación tal, en que la vida de la clase obrera y de los trabajadores del campo no mejora lo más mínimo, sino que se agrava más y más, no puede contar la India con estabilidad alguna.

Las tentativas hechas por los trabajadores de la Indochina con objeto de defender sus intereses se presentan por la Prensa burguesa de Francia como resultado de los «manejos bolcheviques». Tales alarmas, relativas al peligro bolchevique, no refuerzan en modo alguno la dominación del imperialismo. Por el contrario, acrecientan la popularidad de las ideas bolcheviques entre las masas coloniales. En China, el ruido de sables de los generales colabora estrechamente con los representantes de los grandes Estados imperialistas, pero también allí las clases dominantes han demostrado su completa impotencia para crear relaciones que permitan una holgura económica y una cierta mejoría en la situación de las masas trabajadoras.

En lo que respecta a las relaciones entre los países capitalistas, no se constata ningún robustecimiento de la estabilidad del régimen actual ni de la creencia en el porvenir, a pesar de que los representantes de los Gobiernos burgueses hacen esfuerzos inauditos para confeccionar toda suerte de tratados. Los representantes de algunos círculos burgueses de Alemania estudian oficiosamente las posibilidades de un acuerdo con Francia. Los representantes oficiales de la Gran Bretaña se pronuncian favorablemente por un acuerdo entre Francia e Italia en el asunto de los armamentos navales. La Sociedad de las Naciones, por iniciativa de los delegados de Francia, Gran Bretaña, Alemania e Italia, hace pública una declaración para espantar «las dudas en torno al establecimiento de una paz perpetua en Europa». Pero desde que en el fondo de todo se agitan grandes intereses económicos, que determinan, en último análisis, las relaciones políticas entre los diversos países, ningún progreso puede apreciarse. Con razón, pues, el presidente de la Conferencia aduanera europea y antiguo ministro holandés, Colijn, ha declarado francamente en la apertura de la conferencia de la Comisión europea de la Sociedad de las Naciones: «Los pueblos han per dido toda confianza en el trabajo de la Sociedad de las Naciones.»

En realidad, se registra una agravación de la lucha entre los países capitalistas por conquistar territorios para el mercado y disponer un nuevo reparto del globo. La crisis agrava todos estos antagonismos. Lo destroza todo, particularmente una parte de los países capitalistas; los debilita y suscita en los otros la esperanza de obtener nuevos territorios gracias a un nuevo reparto del globo. Al mismo tiempo, se agiganta el peligro de nuevas guerras imperialistas.

La larga duración de la crisis y su agravación demuestran el error absoluto de las medidas tomadas para combatirla. Con sus nuevas barreras aduaneras, los países capitalistas se cierran mutuamente la entrada de las mercaderías. Las conferencias económicas internacionales, parti-cularmente las conferencias agrarias, fracasan sin interrupción. Los países capitalistas aumentan porfiados sus armamentos, acrecientan su industria de guerra y se praparan para la lucha armada. Aunque el mundo esté ya repartido entre los diferentes países capitalistas, cada día se acentúa más el peligro de una guerra entre los países imperialistas para un nuevo reparto del globo.


Extraído del discurso  El triunfo del Plan Quinquenal pronunciado en el VI Congreso de los Soviets de la URSS, celebrado en Moscú, en 1931.

¡VE Y LUCHA! Stalin a traves de su círculo cercano de Antonio Fernandez Ortiz

Desde KOMUNISMORUNTZ recomendamos este libro editado por El Viejo Topo

En aquellos años dominaba una ideología mezcla de modestia y ascetismo. Se consideraba indecente vivir mejor que los demás. Dominaba una moral obrerista de admiración a los trabajadores y al mundo del trabajo. A nosotros, los mayores que nos rodeaban nos enseñaron a respetar y admirar a los trabajadores y en especial a aquellos que eran maestros en su profesión.

En los momentos más difíciles, como en la guerra, a nadie se le permitió escurrir el bulto. Es más, ni tan siquiera nadie se lo planteó. Todos querían ir a la guerra a defender la patria. Y lo más importante: todos sabían que iban a la guerra en serio. Combatieron los tres hijos mayores de Mikoian: Stepan, Vladimir y Alexei. Stepan luchó toda la guerra, lo derribaron cerca de Moscú y sufrió graves quemaduras. Vladimir murió en Stalingrado, donde combatía en la misma escuadrilla que su hermano Stepan. Alexei se incorporó al frente en 1943, justo al mismo cumplir los 18 años, también como piloto.

Los hijos de Stalin, Yakov, Vasilii y Artiom, también lucharon. Artiom fue al frente en los primeros días de la guerra y resultó herido. Su unidad fue cercada por el rápido avance de las tropas alemanas, aunque él, como muchos otros soldados, consiguió salir del cerco en las proximidades de Moscú. Todos fueron a la guerra a luchar de verdad. Leonid, el hijo de Jruschov, también luchó, y murió. En Stalingrado también murió Rubén, el hijo de Dolores Ibárruri.

La última vez que se encontraron Stalin y su hijo mayor, Yakov Dzhugashvili, fue el 22 de junio de 1941. El día en que comenzó la guerra. Cuando se despidieron Stalin le dijo: "!Ve y lucha!". El 16 de julio, en los días de las derrotas iniciales del Ejercito Rojo de Obreros y Campesinos, Yakov cayó prisionero de los alemanes.
 
Este libro es una aproximación a la figura de Stalin a través de las personas que formaron parte de su círculo cercano y a partir de una larga conversación mantenida hace años con Vladimir Fiodorovich Alliluev, sobrino político de Stalin, quien con sus palabras pretendió hacer más accesible la comprensión de los complicados procesos que se esconden tras las formas aparentes de la historia soviética.

Blog de Antonio Fernandez Ortiz TRIBUNA Y MEMORIA