El reformismo es uno de los principales planteamientos propuestos por el revisionismo y el oportunismo, surgió en los años de 1890 bajo el personaje del ex marxista ortodoxo Bernstein, quien en sus múltiples argumentos por revisar los fundamentos del marxismo señaló que la vía para llegar al socialismo es “la progresión a través de las reformas sociales”. Como lo reseña Rosa Luxemburgo en su libro reforma o revolución, Bernstein entendía que “la lucha de los sindicatos por la reducción de la jornada y el aumento del salario y la lucha política por las reformas, conducirán a un control más amplio y progresivo sobre las condiciones de producción”, y “como los derechos del propietario capitalista serán limitados por medio de la legislación, éste se verá reducido con el tiempo al papel de simple administrador. “El capitalista verá que su propiedad pierde más y más valor para sí mismo” hasta que finalmente, “la dirección y administración de la explotación colectiva” será instituida .
Este planteamiento nos señala que los sindicatos, las reformas sociales y la democratización del Estado serán el camino para la realización del socialismo, justificando que la clase obrera no debe pelear por conquistar el poder y destruir el capitalismo, sino por la ampliación de la democracia, por la “equidad social”, por hacer “más humano al capitalismo”.
Estos viejos argumentos no se encuentran alejados del actual debate ideológico y político que se vive en el país, América Latina y el mundo; muchos de esos planteamientos son retomados por los actuales enemigos del marxismo, que encubriéndose bajo una fraseología radical buscan confundir a los sectores populares y enarbolan los viejos planteamientos de Bernstein. Solo para poner un ejemplo podemos citar el artículo publicado en el diario La Hora del domingo 23 de noviembre titulado Socialismo reformista, en el que se señala: “(...)siempre ha existido la alternativa del proceso revolucionario mediante el reformismo, entendiendo como la vía al socialismo mediante el uso y la práctica de mecanismos permitidos por la democracia corriente, conocida también como la revolución pacífica”. “Hoy estamos seguros de que los cambios revolucionarios los podemos plantear, pero con otro tipo de armas: las ideas, el debate, la participación y las urnas. (...)Queremos un cambio social, que nuestras sociedades evolucionen hacia un socialismo moderno, con democracia, con libertad y dignidad, donde los seres humanos nos sean esclavos del capital, pero tampoco esclavos de un estado burocrático omnipotente”.
Como vemos esos planteamientos tienen el propósito de engañar al proletariado y a las masas populares, desarmarlos ideológica y políticamente para prolongar la explotación y la dominación del imperialismo y la burguesía, impedir que los explotados adquieran conciencia de la necesidad de la revolución, que se unan, se organicen y luchen por el poder, por lo que su objetivo es impedir que la teoría del proletariado se impregne en la conciencia de los pueblos y se convierta en una fuerza material.
Por lo antes planteado podemos concluir, como lo dijo V.I. Lenin, que “el reformismo es un engaño de que la burguesía hace víctima a los obreros, que mientras subsista el dominio del capital, seguirán siendo esclavos asalariados pese a alguna mejora aislada”.
Los marxista leninistas comprendemos que la lucha por conseguir determinadas reformas en el capitalismo, por recuperar los derechos de los trabajadores, la juventud y los pueblos, por mejorar las condiciones de vida de los sectores populares debe ser impulsada, pero entendemos que esos elementos no son el fin de nuestra lucha, sino mas bien, es parte del proceso para la conquista del poder, ya que ellas servirán para darles energía y confianza a la clases oprimidas hacia la consecución de su liberación. “(...) Al mantenerse el capitalismo, las reformas no pueden ser ni sólidas ni importantes, los obreros luchan por las mejoras y utilizan éstas para proseguir la lucha, más tesonera, contra la esclavitud asalariada. Los reformistas pretenden con algunas dádivas vivir y engañar a los obreros, apartarlos de su lucha de clase. Los obreros que han comprendido la falsedad del reformismo, utilizan las reformas para desarrollar y ampliar su lucha de clase”.
Este planteamiento nos señala que los sindicatos, las reformas sociales y la democratización del Estado serán el camino para la realización del socialismo, justificando que la clase obrera no debe pelear por conquistar el poder y destruir el capitalismo, sino por la ampliación de la democracia, por la “equidad social”, por hacer “más humano al capitalismo”.
Estos viejos argumentos no se encuentran alejados del actual debate ideológico y político que se vive en el país, América Latina y el mundo; muchos de esos planteamientos son retomados por los actuales enemigos del marxismo, que encubriéndose bajo una fraseología radical buscan confundir a los sectores populares y enarbolan los viejos planteamientos de Bernstein. Solo para poner un ejemplo podemos citar el artículo publicado en el diario La Hora del domingo 23 de noviembre titulado Socialismo reformista, en el que se señala: “(...)siempre ha existido la alternativa del proceso revolucionario mediante el reformismo, entendiendo como la vía al socialismo mediante el uso y la práctica de mecanismos permitidos por la democracia corriente, conocida también como la revolución pacífica”. “Hoy estamos seguros de que los cambios revolucionarios los podemos plantear, pero con otro tipo de armas: las ideas, el debate, la participación y las urnas. (...)Queremos un cambio social, que nuestras sociedades evolucionen hacia un socialismo moderno, con democracia, con libertad y dignidad, donde los seres humanos nos sean esclavos del capital, pero tampoco esclavos de un estado burocrático omnipotente”.
Como vemos esos planteamientos tienen el propósito de engañar al proletariado y a las masas populares, desarmarlos ideológica y políticamente para prolongar la explotación y la dominación del imperialismo y la burguesía, impedir que los explotados adquieran conciencia de la necesidad de la revolución, que se unan, se organicen y luchen por el poder, por lo que su objetivo es impedir que la teoría del proletariado se impregne en la conciencia de los pueblos y se convierta en una fuerza material.
Por lo antes planteado podemos concluir, como lo dijo V.I. Lenin, que “el reformismo es un engaño de que la burguesía hace víctima a los obreros, que mientras subsista el dominio del capital, seguirán siendo esclavos asalariados pese a alguna mejora aislada”.
Los marxista leninistas comprendemos que la lucha por conseguir determinadas reformas en el capitalismo, por recuperar los derechos de los trabajadores, la juventud y los pueblos, por mejorar las condiciones de vida de los sectores populares debe ser impulsada, pero entendemos que esos elementos no son el fin de nuestra lucha, sino mas bien, es parte del proceso para la conquista del poder, ya que ellas servirán para darles energía y confianza a la clases oprimidas hacia la consecución de su liberación. “(...) Al mantenerse el capitalismo, las reformas no pueden ser ni sólidas ni importantes, los obreros luchan por las mejoras y utilizan éstas para proseguir la lucha, más tesonera, contra la esclavitud asalariada. Los reformistas pretenden con algunas dádivas vivir y engañar a los obreros, apartarlos de su lucha de clase. Los obreros que han comprendido la falsedad del reformismo, utilizan las reformas para desarrollar y ampliar su lucha de clase”.
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