
Un hecho histórico determinante, es la promulgación del Día Internacional de la Mujer Trabajadora como resolución de las delegadas a la Segunda Conferencia Internacional de la Mujer Socialista, dirigida por Clara Zetkin, realizada en 1911, cuya resolución fue adoptada por los partidos de la Internacional Socialista en el mundo entero y que en los años subsiguientes, se organizaba esta celebración con movilizaciones importantes de las trabajadoras, poniendo como aspectos reivindicativos, la emancipación de las mujeres de su condición de explotación y subordinación, sin embargo, la fecha no estaba definida y los días eran seleccionados de acuerdo a las decisiones de cada partido.
En 1917, 27 de febrero de acuerdo al calendario ruso y 8 de marzo en el calendario occidental, estalla una gran huelga de las tejedoras de San Petersburgo y que fue la clarinada que dio origen a la revolución rusa de 1918. Este hecho histórico determinó la definición del 8 de marzo como el Día Internacional de la mujer comunista, en la Tercera Conferencia de las Mujeres Comunistas realizada en Moscú en 1921.
Las condiciones de vida de las mujeres, sus dificultades y las innumerables formas de opresión a las que eran sometidas las mujeres de las clases explotadas, fueron analizadas por los teóricos del marxismo, con la finalidad de desentrañar las causas de esta situación. Los aportes de Bebel, Engels, Marx, Lenin, Clara Zetkin, Alexandra Kollantai, Krupskaia y las posteriores contribuciones del marxismo leninismo, constituyeron la base esencial para potenciar la lucha de las mujeres trabajadoras por su verdadera emancipación.
Con estos breves elementos históricos, corresponde ahora a los trabajadores y los pueblos, retomar el significado del 8 de marzo para integrar con mayor ímpetu a este inmenso caudal que constituyen las mujeres pobres, a la lucha libertaria, por la instauración del socialismo y el comunismo en el Ecuador y en el mundo. Exige también, estudiar con mayor detenimiento la historia de las luchas de las mujeres por su emancipación y vincular en nuestro accionar político las demandas de este sector de manera particular, ubicándolas en la importancia que tienen y éstas, cobijadas bajo una bandera única, la bandera roja de la liberación de toda la humanidad.
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