La condena de Alba demuestra la falta de libertad de expresión del régimen español, sobre todo para algunos, los que tenemos claro el cariz policiaco-represivo de este Estado, a la vez que se permiten todo tipo de exaltaciones fascistas a diario e impunemente.
No es más que una nueva muestra del carácter puramente formal del derecho burgués, en este caso de la libertad de pensamiento y de expresión, y pone de manifiesto, en la práctica, el agravamiento represivo del régimen monárquico, enfangado en la corrupción y la crisis económica.
A esta muchacha con ideas revolucionarias la condenan simplemente por expresar sin miedo en Twitter su rabia ante tanta injusticia y por manifestar una buena parte de lo que pensamos millones de personas del pueblo sobre lo que está sucediendo en el estado español.
La RBC repudia también la campaña de linchamiento mediático contra Alba por parte de los sectores más cavernícolas y casposos de los medios del régimen, a la que han insultado con adjetivos como “gentuza” y han criminalizado de forma obscena.
La condena de Alba supone una gran muestra de cinismo y un atentado a la inteligencia, ya que en esta mal llamada “democracia” campan a sus anchas todo tipo de fascistas y ladrones de guante blanco, tanto en las instituciones públicas como en las filas de la derechona, donde son habituales los exabruptos neonazis, brazos en alto, banderas preconstitucionales, junto a otras manifestaciones de exaltación de la dictadura de Franco, que no condenan.
Cualquier político de medio pelo justifica el genocidio fascista sobre medio millón de republicanos sin que pase nada. Otros cargos relevantes del gobierno provocan a las víctimas del franquismo con todo tipo de acusaciones y humillaciones, como las de un tal Hernando, que dijo públicamente en una TV de la ultraderecha, "que las familias de las personas asesinadas por la dictadura se acordaban de sus padres enterrados en fosas comunes, sólo cuando había subvenciones de por medio".
Se hace cada vez más habitual que ciertos jueces, politicastros del tres al cuarto, curas, obispos y algunas damas de peineta y crucifijo, justifiquen públicamente el terror franquista, las torturas brutales, los asesinatos, el robo de niños, las desapariciones masivas de defensores de la democracia y la libertad.
Los homenajes a generales con las manos manchadas de sangre, como Yagüe, Mola, García Escámez y otros criminales de lesa humanidad, son frecuentes en Ayuntamientos y Diputaciones gobernadas por la derecha del sobre y sus adláteres. En esto los señores jueces de la Audiencia Nacional no ven delito, considerando más grave que una chiquilla diga su opinión en una cuenta de Twitter, que manifieste su hartazgo con las políticas capitalistas salvajes del gobierno Rajoy, como hacemos millones de personas en cualquier lugar donde podamos manifestar nuestra opinión libremente sin que nos criminalicen, nos multen o nos metan en la trena.
La pregunta es clara ¿Por qué no se juzga también a los que ensalzan la figura de Franco, el holocausto y el Terrorismo de Estado?
Alba, asumió tranquila su condena, no dijo nada, constatando tan solo que en una democracia de plastilina la vara de medir el delito esté torcida, cambada, algo inclinada del lado del yugo y de las flechas.
La Fiscalía en su informe consideró que los mensajes de “@albacorazonegro” tienen un “contenido ideológico de elevado carácter radical y violento”, acusando a la joven de enaltecimiento del terrorismo.
Esto sucede en un Estado de corruptelas permanentes de la casta política y empresarial, con escándalos constantes que vemos cada día en los medios de comunicación, con implicaciones de tan alto nivel, que hasta la infanta y otros miembros de la familia real, se encuentran imputados por presuntos delitos de corrupción.
Al verdadero terrorismo no se le condena y se le permite campar a sus anchas sobre el sufrimiento del pueblo, el miedo, el empobrecimiento, los suicidios por razones económicas, los desahucios masivos y la destrucción progresiva del llamado “estado del bienenestar”.
Alba, como otros muchos, no ha podido contener la indignación al contemplar como unos tipejos de coche oficial y sueldazos en negro, arruinan a millones de personas para pagar sus pufos, prostituyendo la justicia para sus propios intereses.
Por último la RBC expresa solidaridad con la familia y el pueblo vasco ante la muerte del preso político vasco Arkaitz Bellón, muerto como consecuencia de la política de dispersión de los presos políticos y de la fascistización de este estado. A Arkaitz lo condenaron de manera totalmente desproporcionada a trece años de cárcel por quemar un autobús y ahora la dispersión lo ha matado, siendo un acto de auténtico Terrorismo de Estado !Arkaitz Bellón, Gogoan Zaitugu! (!Te recordamos, Arkaitz Bellón!).
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