Artículo publicado en «Zëri
i popullit»
11 de mayo de 1966
Extraído de: Obras Escogidas
Tomo IV
Casa editora «8 Nëntori»
Tirana 1979
Páginas: 19 a 35
La
tragedia que están viviendo el pueblo y los comunistas indonesios debe turbar
la conciencia de todos los hombres progresistas. Los fascistas indonesios,
apoyados directa e indirectamente por los imperialistas norteamericanos y los
revisionistas jruschovistas, repiten, en una escala aún mayor, lo que hicieron
los nazis en otro tiempo después de tomar el poder. Debe detenérseles la mano.
Es preciso que todos los hombres honestos, todos los revolucionarios, todos los
antifascistas levanten la voz para protestar enérgicamente contra la masacre de
los comunistas y de los hombres progresistas en Indonesia. Esto es hoy para
todos la exigencia más elemental, porque es un verdadero crimen permitir que
los más rabiosos reaccionarios asesinen impunemente a centenares de miles de
inocentes (probablemente ninguna guerra, a excepción de las guerras mundiales,
ha causado tantas víctimas).
El
pueblo y los comunistas albaneses expresan su solidaridad internacionalista a
los comunistas indonesios, víctimas del terror fascista. Estamos convencidos de
que el Partido Comunista de Indonesia, independientemente de las grandes
pérdidas que ha sufrido, responderá a los fascistas con una resuelta lucha
revolucionaria hasta aplastar totalmente a la reacción. Es evidente ahora
que en la oposición al fascismo y al terror existe sólo un camino para los
comunistas y los patriotas indonesios: responder a la violencia
contrarrevolucionaria con la violencia revolucionaria, con la lucha armada de
los obreros y los campesinos en defensa de la libertad y la democracia.
La
evolución de los acontecimientos en Indonesia es una triste realidad para los
comunistas y para todos los revolucionarios. Pero a pesar de ello, lo ocurrido
en Indonesia representa una gran experiencia que debe ser atentamente
estudiada, y de la que deben extraerse valiosas enseñanzas. La revolución no se
desarrolla jamás en línea recta. Avanza a través de victorias y de derrotas.
Los revolucionarios, los marxistas-Leninistas, tienen el deber de consolidar las
victorias así como de aprender de los fracasos temporales, sacando las
conclusiones necesarias de manera que la revolución se eleve a un nivel
superior y se desarrolle con más fuerza. La experiencia de una revolución es
útil no solamente para los revolucionarios y los comunistas de un país, sino
para todos los revolucionarios, para todos los marxistas-leninistas del mundo.
Por ello, además de los comunistas indonesios todos los revolucionarios y los
comunistas de diversos países deben sacar de los acontecimientos de Indonesia
las debidas enseñanzas. Esto es de importancia primordial.
El Partido Comunista de Indonesia creció y se
desarrolló como partido marxista-leninista, en una dura lucha de clase contra
los enemigos del interior y del exterior. Después de los duros golpes que
recibió de la reacción en 1927 y en 1948, cuando fueron masacrados miles de
comunistas y toda la dirección del partido, el Partido Comunista de Indonesia,
gracias a su lucha y a sus esfuerzos, logró recobrarse, hasta el punto de llegar
a ser una fuerza que, por el número de sus miembros, representaba el más grande
partido comunista de los países capitalistas. No cabe duda de que incluso tras
las graves pérdidas que está sufriendo, con su lucha valerosa, consecuente y
revolucionaria marxista-leninista, poco a poco, recobrará de nuevo sus fuerzas.
Nosotros, los comunistas albaneses, estamos firmemente convencidos de que los
comunistas indonesios analizarán cuidadosamente el trabajo realizado hasta el
presente, descubrirán los errores, los defectos y las deficiencias que se han
manifestado en el trabajo del partido, extraerán las conclusiones necesarias de
manera que en el futuro el PC de Indonesia pueda dirigir con éxito al pueblo
indonesio por la senda de la revolución. Mejor que ellos mismos, nadie puede
hacerlo.
Los
acontecimientos de Indonesia no son un fenómeno aislado. Constituyen el eslabón
de una cadena, un elemento integrante de la ofensiva de la reacción
internacional contra el movimiento comunista y la lucha de liberación de los
pueblos. Están enlazados con la actividad agresiva del imperialismo
norteamericano en Viet Nam y en otros países, con las sangrientas
intervenciones de los imperialistas en la República Dominicana y en toda
América Latina, tienen que ver con la organización de golpes de Estado
contrarrevolucionarios en algunos nuevos países de África, con la actividad
subversiva y escisionista que vienen desarrollando desde hace tiempo los
revisionistas jruschovistas en el seno del movimiento comunista internacional,
con el sabotaje de la lucha de liberación nacional de los pueblos, con su
activo apoyo al imperialismo norteamericano y a todos los diversos
reaccionarios.
Por
esta razón, los revolucionarios y los comunistas de los diferentes países deben
detenerse seriamente ante estos fenómenos, analizarlos cuidadosamente y extraer
las debidas enseñanzas, de modo que la lucha revolucionaria avance
constantemente de victoria en victoria.
EL
VALOR DE LAS «LIBERTADES DEMOCRATICAS»
EN
UN ESTADO BURGUES Y EL MODO DE APROVECHARLAS
La
burguesía y, junto a ella, los revisionistas modernos, hablan y hacen cálculos
sobre las llamadas «libertades democráticas». En efecto, en cada Estado burgués
denominado democrático, existen algunas «libertades» democráticas» relativas.
Decimos relativas, porque no rebasan jamás el límite de la concepción burguesa
de la «libertad» y de la «democracia», porque llegan precisamente hasta el
punto de no perjudicar los intereses vitales de la burguesía en el poder.
Naturalmente,
la clase obrera y los hombres progresistas aprovechan estas condiciones para
organizarse, para difundir sus concepciones y su ideología, y preparar el
derrocamiento de las clases explotadoras y la toma del poder.
Después
de la Segunda Guerra Mundial, en muchos países capitalistas de Europa, como
resultado de la victoria sobre el fascismo y del papel desempeñado por los
partidos
comunistas en la lucha antifascista, estos
partidos llegaron incluso a participar en el gobierno (por ejemplo en Francia,
en Italia, en Finlandia, etc.), y hasta tener un gran número de diputados en el
parlamento, importantes cargos en el aparato del Estado, e inclusive en el
ejército, etc.
Asimismo,
en diferentes períodos durante estos últimos 15 años, se crearon condiciones
favorables para él partido de la clase obrera y las fuerzas progresistas en
algunos países del Medio Oriente, como Irán e Irak, y de América Latina, como
"Guatemala, Brasil, Ecuador, Venezuela y otros. En Indonesia se creó una
situación bastante favorable. El Partido Comunista de Indonesia creció con
rapidez, formaba parte del gobierno y ejercía una gran influencia en la
política interior y exterior del país, etc.
Pero,
también en las condiciones de las «libertades democráticas», se desarrolla una
aguda lucha de clases, una lucha a vida o muerte, entre la revolución y la
reacción, entre el proletariado y la burguesía. Si el proletariado y su partido
se esfuerzan por consolidar sus posiciones, por su parte, la reacción y la
burguesía no duermen. Por el contrario, valiéndose del aparato estatal burgués,
de la policía y las fuerzas armadas, practicando la corrupción y la subversión,
alimentando el oportunismo y las ilusiones reformistas y pacifistas en el seno
de la clase obrera, etc., se preparan seriamente para consolidar sus posiciones
y desbaratar a las fuerzas revolucionarias.
El
desarrollo de los acontecimientos tras la Segunda Guerra Mundial muestra que,
en el marco de las «libertades democráticas», la burguesía ha actuado
enérgicamente y en diferentes formas para liquidar el movimiento revolucionario
de la clase obrera.
Después
que la burguesía y la reacción lograron consolidar sus posiciones, expulsaron a
los comunistas del gobierno, de los puestos importantes en el aparato del
Estado y del ejército, como sucedió en Italia, Francia y Finlandia. En
Inglaterra, Austria y otros países, ni siquiera se toleró la presencia de los
comunistas en el parlamento, mientras que en Grecia fueron encarcelados y
combatidos por la fuerza de las armas.
Cuando
la burguesía y la reacción constatan que su poder está amenazado por la fuerza
y el prestigio crecientes del partido comunista y de1 movimiento revolucionario
de las masas, juegan su última carta: ponen en acción a las fuerzas armadas,
organizan pogromos para aplastar y liquidar al movimiento revolucionario y a
los partidos comunistas, como sucedió en Irán e Irak, y, recientemente, con los
trágicos acontecimientos de Indonesia. En tales casos la reacción y la
burguesía de un país dado han aprovechado directamente también la ayuda de la
reacción mundial, incluso el apoyo de sus fuerzas armadas como ha ocurrido en
la República Dominicana y otros lugares.
¿Qué
conclusiones se pueden sacar de esta experiencia histórica?
Primero,
que las llamadas «libertad burguesa» y «libertad democrática» en los países
capitalistas no son como para permitir a los partidos comunistas y a los grupos
revolucionarios alcanzar sus objetivos. De ningún modo. La burguesía y la
reacción toleran la actividad de los revolucionarios mientras no constituya un
peligro para el poder de clase de la burguesía. Cuando este poder está en
peligro, o cuando la reacción encuentra el momento propicio, sofoca las
libertades democráticas, recurre a todos los
medios, sin ningún escrúpulo moral ni político,
para destruir a las fuerzas revolucionarias. En todos los países en que se
ha permitido a los partidos comunistas militar abiertamente, la burguesía y la
reacción aprovechan esa situación para conocer toda la actividad, las personas,
los métodos de trabajo y de lucha de los partidos marxista-leninistas y de los
revolucionarlos, Por eso, los comunistas y sus partidos auténticamente
marxistas-leninistas cometerían un error fatal si tuvieran confianza en las
«libertades» burguesas que les proporciona la coyuntura, si 10 hicieran todo
abiertamente y no guardaran el secreto de su organización y de sus planes. Los
comunistas deben aprovechar las condiciones del trabajo legal, incluso para
desarrollar un amplio trabajo propagandístico y organizativo, pero, al mismo
tiempo, deben estar preparados para el trabajo clandestino.
Segundo,
las ilusiones oportunistas sobre la «vía pacífica» para la toma del poder son
un bluf y representan un gran peligro para el movimiento revolucionario. En
apariencia, el Partido Comunista de Indonesia parecía tener el terreno más
favorable para alcanzar su objetivo siguiendo esta vía. No obstante, los
comunistas indonesios habían declarado más de una vez que no se forjaban
ilusiones sobre la «vía pacífica». En su saludo al congreso del PC de Nueva
Zelanda, la delegación del Comité Central del PC de Indonesia confirmaba que
«los acontecimientos de Indonesia han demostrado una vez más que no existe
ninguna clase dominante, ni fuerza reaccionaria que permita a las fuerzas
revolucionarias conquistar la victoria por la «vía pacífica». Los comunistas
extraen de los trágicos acontecimientos de Indonesia la enseñanza de que no es
suficiente desechar las ilusiones oportunistas sobre la «vía pacífica» y
reconocer que la única vía para la toma del poder es la vía revolucionaria de
la lucha armada. El partido del proletariado, los marxistas-leninistas y todo
revolucionario deben tomar medidas efectivas para preparar la revolución,
comenzando por la educación de los comunistas y de las masas en el espíritu
militante revolucionario y llegando hasta su preparación concreta para hacer
frente a la violencia contrarrevolucionaria de la reacción con la lucha armada
revolucionaria de las masas populares.
Tercero,
independientemente de las condiciones y de las posiciones favorables que
puede disfrutar en un determinado momento, el partido de la clase obrera no
debe relajar un solo instante la vigilancia revolucionaria, sobrestimar sus
fuerzas y las de sus aliados y subestimar la fuerza del adversario, de la
burguesía y la reacción. El Partido Comunista de Indonesia gozaba de una gran
influencia en el país, pero parece que sobrestimó en particular la fuerza
política de Sukarno y del sector de la burguesía que le apoyaba, y tuvo
demasiada confianza en esta fuerza. Al mismo tiempo, parece que subestimó la
fuerza de la reacción, en particular de la reacción en el ejército, Al parecer
los camaradas indonesios pensaban que el que tenía a Sukarno de su parte, tenía
la llave de Indonesia, sin analizar debidamente en qué consistía la fuerza de Sukarno
y hasta qué punto esta fuerza era real, particularmente entre el pueblo. Los
recientes acontecimientos de Indonesia demostraron claramente que el prestigio
y la autoridad de Sukarno no se apoyaban en una base social, económica y
política sólida. Los generales reaccionarios lograron neutralizar a Sukarno, e
incluso, mientras les convenía, le explotaron para sus fines
contrarrevolucionarios.
Cuarto, el partido marxista-leninista y todos
los auténticos revolucionarios deben seguir consecuente y resueltamente una
línea revolucionaria y luchar audazmente contra el oportunismo y su más sórdida
manifestación, el revisionismo moderno, tanto el jruschovista como el títista. Los
oportunistas y los revisionistas modernos han hecho de la lucha por las
«libertades» burguesas su bandera y han renunciado a la revolución, preconizan
la «vía pacífica» como la única vía para la toma del poder. Precisamente la
línea oportunista y revisionista, la influencia de los revisionistas
jruschovistas, etc., han transformado a numerosos partidos comunistas, que en
el pasado constituían una gran fuerza revolucionaria, en partidos de las
reformas sociales, en apéndices y furgones de cola de la burguesía
reaccionaria. Esto sucedió con los partidos comunistas de Italia, de
Francia, de Finlandia, de Inglaterra, de Austria y otros. La aplicación de la
línea oportunista del XX Congreso de los jruschovistas condujo a la catástrofe
y a la liquidación al Partido Comunista de Irak, al antiguo Partido Comunista
del Brasil, al Partido Comunista de Argelia, etc. El Partido Comunista de
Indonesia se opone al revisionismo moderno. Los últimos acontecimientos de
Indonesia y el papel de zapa que los revisionistas jruschovistas jugaron allí,
demuestran que un verdadero partido revolucionario, fiel al marxismo-leninismo,
decidido a llevar audazmente adelante la revolución, debe mantener una actitud
bien definida frente al oportunismo, al revisionismo jruschovista y titista.
No basta solidarizarse con la lucha de los marxistas-leninistas contra el
revisionismo, es preciso también que el partido luche de manera intransigente y
abierta contra la traición revisionista, porque únicamente así pueden los
comunistas educarse en un espíritu revolucionario y puede ser preservado el
partido de todo peligro de revisionismo. Sin combatir resuelta y
consecuentemente contra el oportunismo y el revisionismo jruschovista, no se
puede combatir al imperialismo, no se puede combatir a la reacción, no se puede
impulsar la causa de la revolución y el socialismo.
LOS
COMUNISTAS Y LAS ALIANZAS CON LAS FUERZAS PROGRESISTAS
La
experiencia histórica demuestra que, en su lucha revolucionaria, los comunistas
se han aliado y se alían con diferentes fuerzas progresistas. Porque,
particularmente cuando se trata de las revoluciones democráticas o de la
liberación nacional del yugo imperialista y colonial, no sólo los auténticos
comunistas y revolucionarios, sino también otras amplias capas de la población,
desde los obreros y los campesinos hasta la burguesía nacional y otras personas
progresistas, están interesados en la realización de estos objetivos. Sería
erróneo, sectario y nocivo para la revolución que no se unieran, en aras de su
triunfo, todos aquellos que son susceptibles de ser unidos. Y los comunistas y
los auténticos revolucionarios, como los luchadores más audaces y los
representantes más fieles de las amplias masas populares, están siempre
interesados en la unión de todos los que aspiran a hacer avanzar la revolución.
Los
acontecimientos de Indonesia constituyen asimismo una importante enseñanza con
respecto a las alianzas. En Indonesia existía desde tiempo atrás la NASAKOM,
que representaba la alianza de las fuerzas nacionalistas, religiosas y
comunistas. El PC de Indonesia hizo bien en participar en la NASAKOM. A través de
ella; consolidó sus propias posiciones y las de la clase obrera en toda la vida
del país. Pero, como demostraron los acontecimientos, no se llevó a cabo en
ella un trabajo organizativo y revolucionario sano, se toleró una euforia
funesta y se ensalzó en exceso a la propia
NASAKOM, la unidad de las tres fuerzas que la
constituían y la «libertad de acción». El hecho es que al primer embate toda la
fortaleza de la NASAKOM se vino abajo. La NASAKOM no fue un dique
suficientemente fuerte para hacer frente a la ola de la contrarrevolución.
Por
eso, los comunistas y los revolucionarios jamás deben contentarse en su lucha
con la conclusión formal de las alianzas. No deben entusiasmarse con las
declaraciones sobre la «vitalidad» de estas alianzas, sino que deben actuar de
manera que éstas sirvan lo mejor posible a la revolución.
Es
indispensable por tanto que, en los diferentes frentes populares, democráticos,
nacionales y de liberación nacional, los auténticos partidos
marxistas-leninistas, con su trabajo y su lucha, se ganen la confianza de sus
aliados, se coloquen a la cabeza de esos frentes y los dirijan efectivamente. La dirección del partido
marxista-leninista, su acertada línea revolucionaria en interés de las amplias
masas unidas en el frente, son la garantía de la fuerza y la vitalidad de los
frentes mismos y de su gran papel en el logro de los objetivos de la
revolución. Se ha comprobado más de una vez que, cuando estos frentes están
dirigidos por otras fuerzas sociales o partidos políticos, no son estables, no
aplican una línea revolucionaria consecuente, son utilizados frecuentemente con
fines contrarrevolucionarios Y estallan como pompas de jabón al primer choque
con la reacción.
Siguiendo
la línea de la unidad con todos los que pueden ser unidos en un frente, los
partidos marxistas-leninistas, en oposición a los puntos de vista de los
revisionistas modernos, deben no sólo salvaguardar su independencia y su
función dirigente, sino al mismo tiempo combatir las vacilaciones de sus
distintos aliados, sus tendencias reaccionarias y sus tentativas de dividir los
frentes y de dedicarse a chalaneos con las fuerzas de la reacción. La línea de
la unidad y de la lucha contribuye al fortalecimiento de los frentes, a su
depuración de los elementos reaccionarios y contrarrevolucionarios, a la
consolidación de la cohesión y del espíritu revolucionario, a la obtención de
una unidad más elevada y asentada sobre una base más sólida. Aplicar únicamente
la línea de la unidad y renunciar a la lucha conduce a una unidad falsa formal
y permite a los elementos y fuerzas reaccionarias socavarla y liquidarla
fácilmente, asestando así un rudo golpe a la propia causa de la revolución.
En
las alianzas con diferentes capas y fuerzas sociales para la realización de
tales o cuales objetivos en las diferentes etapas de la revolución, es
importante que los comunistas jamás olviden su objetivo final: el triunfo del
socialismo.
«Es
necesario saber unir la lucha por la democracia con la lucha por la revolución
socialista, subordinando la primera a la segunda, -ha dicho Lenin- Aquí reside
toda la dificultad, esta es toda la esencia... No olvidar lo principal (lar
revolución socialista); ponerla en primer plano... subordinando a la revolución
socialista todas las exigencias democráticas, coordinándolas con ella, haciendo
que dependan de ella... » (1)
En sus alianzas con otras fuerzas sociales los
comunistas son sinceros, luchan resueltamente por la aplicación de los
programas de los frentes únicos, pero, al mismo tiempo no ocultan en absoluto
sus ideales y, después de la realización de las tareas democráticas nacionales,
están decididos a no quedarse a medio camino, sino a impulsar la revolución
hasta el triunfo del socialismo y el comunismo.
La
actividad de nuestro Partido durante la Lucha de Liberación Nacional, los
acuerdos; las discusiones con los elementos progresistas, e incluso con las
fracciones de la burguesía reaccionaria, nos enseñaron a orientarnos
correctamente y con éxito en este laberinto. La experiencia así adquirida en la
lucha le ha sido y le es extraordinariamente útil a nuestro Partido en la
aplicación de su correcta política con las masas trabajadoras, le ayuda en su
política interior y en la orientación de su política exterior, en el estudio y
solución de las contradicciones, tanto dentro como fuera del país, así como en
el movimiento comunista internacional.
FORTALECER
LA UNIDAD INTERNACIONAL DE LOS MARXISTAS-LENINISTAS
El
proletariado mundial, los partidos marxista-leninistas y todos los verdaderos
revolucionarios están empeñados en una encarnizada lucha contra el
imperialismo, contra la burguesía reaccionaria, contra los revisionistas
modernos, contra su ideología. Es una lucha a vida o muerte, una lucha de gran importancia
mundial. La lucha entre nosotros y los enemigos es una encarnizada e implacable
lucha de clases, ni el enemigo nos perdona ni nosotros a él. El desarrollo de
esta lucha de clases no se presenta del mismo modo en todas partes, no
solamente por su intensidad, sino también por sus formas, por su dinamismo, por
la concepción del mundo de las fuerzas participantes en la lucha, por las
coyunturas, por los zigzags, por el avance de la revolución, por las retiradas
temporales, por el vigor de su ataque y por muchos otros factores, objetivos y
subjetivos.
A
los partidos comunistas y obreros marxista-leninistas les incumbe como tarea
importante e indispensable, tener en cuenta todos estos elementos, analizarlos
científicamente a través del prisma del marxismo-leninismo creador, aplicándolo
no como un dogma, sino como una teoría revolucionaria viva y en acción,
preservando siempre la pureza de los principios fundamentales, las leyes
generales del desarrollo y de la revolución, sin ocultar bajo la consigna de
unas supuestas «condiciones reales del país» o de las «coyunturas especiales
del tiempo o del momento», el oportunismo de derecha o el sectarismo nocivo.
Los
recientes acontecimientos, el brutal ataque de los imperialistas, los
revisionistas jruschovistas y de los diferentes reaccionarios contra el
socialismo, contra la lucha de liberación de los pueblos, contra los partidos
comunistas y revolucionarios de diversos países, muestran que la unidad
internacionalista marxista-leninista, es, como en toda circunstancia, pero hoy
más que nunca, indispensable. Quién no comprende esta gran verdad, no comprende
el gran lema de Marx «¡Proletarios de todos los países, uníos!». El
marxismo-leninismo nos enseña que todos los revolucionarios deben unirse contra
los enemigos del proletariado y de los pueblos, contra los capitalistas, los
imperialistas y sus aliados, contra la burguesía reaccionaria, contra las
variantes de su ideología, una de las cuales es actualmente el revisionismo
moderno, encabezado por el soviético.
Los enemigos del proletariado y del
marxismo-leninismo han dirigido todo el rigor de sus ataques contra la unidad
internacional marxista-leninista. Para ello han empleado todos los medios a su
disposición y coordinan toda su actividad. Así actúa hoy el imperialismo
mundial, encabezado por el norteamericano; así actúa el revisionismo moderno,
con el jruschovista a la cabeza; así actúan todos los reaccionarios del mundo.
En efecto, la unidad de los marxistas-leninistas del mundo es mortal para
ellos, mientras que para nosotros es providencial.
Los
traidores al marxismo-leninismo, los revisionistas jruschovistas, los titistas
y sus lacayos han trabajado con arreglo a un plan bien definido para
obstaculizar la unidad de los marxistas-leninistas y, en general, para
desacreditar la necesidad objetiva de esta unidad. En primer lugar, en función
de sus objetivos de traición, atacaron toda idea de organización internacional
de los comunistas. Los revisionistas necesitaban de esto para rehabilitar a los
traidores y a la traición trotskista, y en particular para desacreditar la idea
de la unidad marxista-leninista internacionalista, que ha representado y
representa para ellos el más grande peligro. Los revisionistas soviéticos han
seguido la línea de denigrar todo lo sano, todo lo que sea marxista-leninista
con el fin de reconstruir una nueva unidad sobre bases revisionistas y bajo el
dictado jruschovista. Naturalmente esto es construir un castillo sobre arena,
ya que no puede existir ninguna verdadera unidad al margen del
marxismo-leninismo. Las prédicas de los revisionistas jruschovistas sobre la
«unidad» son enteramente contrarias a la idea de la unidad marxista-leninista y
se llevan a cabo para obstaculizar su realización. Los revisionistas
jruschovistas predican esa clase de «unidad» para combatir la auténtica unidad
marxista-leninista, por la cual nosotros, marxista-leninistas, luchamos y
lucharemos hasta el fin, alcanzándola con toda seguridad. Los revisionistas
hablan de su «unidad», pero en el seno de esta «unidad» cada día más se
desarrollan numerosas formas e ideas desintegradoras, centrífugas, que
conducirán a la degeneración abierta de los seudo marxistas, cualesquiera que
sean las máscaras con que se encubran. La lucha heroica y consecuente de los
marxistas-leninistas arrancará muchas máscaras. Si no es hoy, en un futuro
próximo serán indudablemente desenmascaradas las maquinaciones de quienes
quieren jugar el papel de centristas (2), de quienes de palabra defienden los
principios, pero de hecho los deforman al socaire de la «independencia», de las
«condiciones específicas», y todo para disimular su alejamiento progresivo del
marxismo-leninismo y de la unidad internacionalista de los marxista-leninistas
en el mundo. Es necesario que los marxistas-leninistas refuercen su unidad sin
prestar atención a las calumnias y las consideraciones de los revisionistas.
Respecto a las formas de organización que debe tomar esta unidad, es preciso
meditarlas y concretarlas.
Los
revisionistas jruschovistas arman un gran escándalo en torno a la tesis de la
independencia de los partidos comunistas y obreros y de su acción de acuerdo
con las condiciones concretas de cada país. Esta tesis es, en efecto, una tesis
leninista, que los marxistas-leninistas somos los únicos en respetar
consecuentemente. Pero los revisionistas modernos se esfuerzan por especular
con la llamada independencia de los partidos. Esto sólo lo admiten de palabra,
porque, en realidad, los revisionistas jruschovistas pretenden que todo el
movimiento comunista dependa de ellos. Ellos conciben la independencia
disociada del internacionalismo, de manera que los marxistas-leninistas no
tengan una línea común acerca de las cuestiones fundamentales,
como son la actitud frente al imperialismo y los
renegados del marxismo-leninismo, el respeto de las leyes generales de la
revolución y la construcción socialistas, etc. Respetando rigurosamente la
independencia de cada partido en la determinación de su propia línea y
política, los marxistas-leninistas deben, al mismo tiempo, someterse a los
principios del internacionalismo proletario, a las leyes generales de la
revolución y la construcción socialista, deben elaborar una línea y una
posición comunes sobre las cuestiones fundamentales, sobre todo en lo que
concierne a la lucha contra, el imperialismo y a la lucha en defensa de la
pureza del marxismo-leninismo frente al revisionismo moderno.
Los
acontecimientos de Indonesia y la ofensiva conjunta de los imperialistas y los
revisionistas jruschovistas contra los pueblos, contra el marxismo-leninismo y
el socialismo, demuestran que debemos reforzar la unidad internacional de los marxistas-leninistas.
Es necesario que todos los comunistas revolucionarios, todos los partidos
marxistas-leninistas auténticos superen con coraje y sin vacilación y eliminen
definitivamente todos los obstáculos que los revisionistas modernos han puesto en
nuestro camino hacia la unidad marxista-leninista. Se nos acusará de crear
nuevos organismos internacionales, nos harán un honor con ello.
Los
marxistas-leninistas del mundo forman un bloque de acero. Este bloque
aterroriza a los imperialistas y revisionistas, por ello se esfuerzan por
combatirnos a todo precio, por lograr que los marxista-leninistas se
desorienten con sus consignas, acerca de las cuales hablamos más arriba.
Se esfuerzan en vano: la consigna leninista «¡Proletarios de
todo el mundo y pueblos oprimidos, uníos! », triunfará.
(1)V. I. Lenin. Obras, t.
XXXV, págs. 260-261, ed. en albanés. )
(2) Alusión al Partido Comunista de Rumania, al Partido
Comunista del Japón y al Partido del Trabajo de Corea.
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