lunes, mayo 07, 2012

La libertad de los pueblos y el socialismo

Por KIMETZ
La nación es un fenómeno histórico que nace con el capitalismo y que está supeditada a las reglas generales del desarrollo de las sociedades humanas. No es un ente inmutable y eterno, sino que posee una base material comprensible. Para entendernos, no es posible definir conceptualmente la nación vasca, sin haber analizado profundamente las relaciones económicas, políticas y sociales que rigen el desarrollo de esa comunidad, su cultura, su historia y cuál es la significación histórica que como nación oprimida tiene el pertenecer a dos estados diferentes. En definitiva, la nación debe su existencia a leyes objetivas y materiales.
Respecto a las leyes que rigen la existencia nacional, podemos decir que la nación es un ámbito en el que se producen y reproducen tanto el capital como la fuerza de trabajo, en el que se producen y reproducen las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Por tanto, la nación es un ámbito en el que se producen y reproducen las clases y la lucha de clases. Así entendida, la nación es un conjunto de condiciones de producción. Por tanto, nuestra nación, la vasca, es una realidad objetiva y para poder hablar de su emancipación, debemos hablar del contexto económico y social en el que las personas que forman parte de esa nación desarrollan su propia existencia, de cómo emancipar a la clase social a la que pertenecemos, y de cómo se va a desarrollar el programa político que culminará con la superación de la opresión de clase y con la independencia real de Euskal Herria. Resulta ridículo siquiera plantear la emancipación de Euskal Herria, sin tener en cuenta los intereses de la mayoría, la clase obrera vasca. Porque no se puede hablar de soberanía de manera abstracta sin definir a quien nos referimos cuando hablamos de esa soberanía y de cómo será ese escenario soberano cómo apuesta estratégica.
Adoptar vías intermedias, como la de un estado moderno independiente para avanzar hacia el socialismo en Euskal Herria, es adoptar posiciones claudicantes ante los intereses de la burguesía vasca, cualquiera que sea su tamaño y rango social, y no deja de ser un proyecto acientífico y carente de rigor. El problema nacional es parte del problema de la revolución, es decir, indisoluble a la lucha de clases. El aspecto nacional está supeditado al aspecto social. No poseen ritmos diferenciados y la cuestión nacional no se desarrolla más rápido que la social.
La emancipación como estrategia de clase y la soberanía como estrategia nacional son la manera correcta de entender la dialéctica que se da entre la contradicción nacional y la lucha de clases, pero todo ello está supeditado a que la clase obrera, la clase que quiere y debe emanciparse como sujeto motriz del proceso de liberación nacional, disponga de las herramientas que le posibiliten cumplir las tareas que la historia le designa como clase social oprimida.
¿Por qué decimos que la clase obrera necesita su organización independiente para acometer esas labores? Porque no se puede obviar la composición de las clases sociales para organizarse, y después aparecer como defensor de la clase obrera desde posiciones interclasistas.
Así mismo es necesario analizar de manera profunda cual es la composición económica y política de Euskal Herria dentro de los estados español y francés, y que posiciones ocupan esos estados a nivel económico y a nivel político internacional en la estructura del imperialismo. Será el desarrollo de esa composición económica y la evolución de esa posición política lo que influirá de manera determinante en la táctica a llevar con respecto a la lucha por la liberación nacional y por la emancipación como clase social oprimida.
Nosotros sostenemos que no se puede hablar de la unidad sin hablar de las reglas generales del desarrollo de la sociedad y la necesidad de articular en base a la existencia de clases sociales las respuestas para la transformación y superación del capitalismo. Por lo tanto, hablar de unidad, una vez más, sin plantear como organizar a la clase social mayoritaria de Euskal Herria, es hablar de unidad en lo abstracto.
Equiparar la clase obrera vasca con Euskal Herria y los intereses como nación oprimida a la existencia de un estado vasco es ver el bosque y no ver los árboles y además es ocultar la cuestión principal: nuestra condición de pueblo oprimido, entre dos estados opresores, pero en un momento concreto de desarrollo económico y social, llamado capitalismo. Además, para emancipar a la clase obrera vasca, es necesario reconocer que el sujeto revolucionario es esa misma clase obrera, y lo contrario es aceptar que serán otras clases sociales las que asuman el liderazgo del proceso de liberación nacional.
Por lo tanto, entendemos que no se puede hablar de emancipación sin hablar de socialismo y sin hablar claramente del imperialismo, de la significación histórica del estado como elemento de dominación, de la superación y desaparición de las clases sociales y de cuál es la clase social llamada a liderar el proceso de liberación nacional de este pueblo.
Para acabar, creemos que es una irresponsabilidad dejarse enredar en vías intermedias, porque lo que encierra es un elemento político sumamente peligroso, como es la llamada a que la clase obrera y los pueblos abandonen la lucha por la conquista del poder y hagan suyas las exigencias de retornar al llamado Estado del Bienestar, impulsado seis décadas atrás por la burguesía como mecanismo de acumulación y desarrollo capitalistas para enfrentar la crisis que en ese momento carcomía al sistema y como medida política para hacer frente a un floreciente socialismo que atraía la atención de las masas.

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