lunes, octubre 28, 2013

Comunicado de presentación del blog de la Red de Blog Comunistas

La Red de Blog Comunistas comunica que a partir de ahora va a disponer de una nueva herramienta para llevar a cabo su labor de difusión y defensa de la ideología comunista, su propio blog, que se podrá consultar en la siguiente dirección electrónica:

www.reddeblogscomunistas.blogspot.com.
A través de él, RBC continuará trabajando para la construcción del Socialismo, usándolo para hacer públicos sus comunicados, acciones y denuncias, además de ser un instrumento de expresión de sus decisiones colectivas.

Como ya se ha explicado en anteriores comunicados, y consta en sus  Principios Básicos de Adhesión , el objetivo de RBC es  "sumar esfuerzos y unir fuerzas para avanzar en la lucha de clases, antiimperialista y revolucionaria hacia un futuro de dictadura del proletariado y de erradicación del imperialismo a nivel mundial", considerando el marxismo-leninismo como la herramienta de análisis básica para llevarlo a cabo.
El blog de RBC será un arma de combate más para cumplir nuestros objetivos de alcanzar, por todos los medios, una mundo sin explotación del hombre por el hombre, una sociedad sin barbarie capitalista, un futuro socialista. .
¡Saludos Comunistas!

RBC

viernes, octubre 18, 2013

Sobre el carácter de nuestra Democracia Popular

Por Jozsef Revai
Octubre de 1949


Quiero hablar de un problema, el problema que ha sido mencionado hoy por el camarada Rakosi, y que se trata de forma nítida en su reciente gran artículo: «El problema de la dictadura del proletariado». En su declaración el camarada Rakosi afirmó que la democracia popular es una dictadura del proletariado, aunque no en la forma soviética, pero que la democracia popular cumple las funciones de la dictadura del proletariado.

Este problema, camaradas, es una decisión importante, aunque hay que decir antes siendo sinceros que la dirección central del Partido que no le dio la atención por parte de los funcionarios del partido que se merecía.

Es obvio, sin embargo, que la declaración del camarada Rákosi, que se anunció casi simultáneamente con declaraciones similares por los camaradas Dimitrov en Bulgaria y Bierut en Polonia, teniendo así una importancia decisiva. En la tesis de que una democracia popular es una dictadura del proletariado, aunque no de la forma soviética, no se incluyó un resumen de la evaluación de los resultados de más de cuatro años de lucha por nuestra parte y de la esencia de nuestras futuras tareas.

¿Por qué no se pone más atención a este problema entre los miembros del partido? Vale la pena estudiar este fenómeno, que muestra el subdesarrollo relativo de pensamiento ideológico en nuestro Partido. Es cierto que los miembros del Partido tienen sed de aprender y son ambiciosos para mejorar sus cualidades, y sin embargo, la sensación de satisfacción a la hora de tocar cuestiones teóricas no está suficientemente desarrollada. La preocupación por las cuestiones teóricas sigue siendo demasiada vaga entre las preocupaciones de los seminarios y las escuelas del Partido, y no se ha convertido en la fuerza impulsora de la práctica del Partido en su trabajo diario. La teoría por tanto no ocupa el papel que debería; en muchos casos sólo significa un conocimiento muerto, en lugar de una perspectiva o guía para la práctica. Muy a menudo se está sobrecargando todo con la práctica, y con frecuencia nos encontramos viviendo día a día de modo espontáneo. Es cierto que los problemas de la construcción económica, las tareas del trabajo socialista cotidiano, son el centro de nuestro interés, pero esto no debe realizarse hasta el momento en que nuestros sentidos se embotan a los problemas de la política o de poder.

Es evidente que la afirmación «la democracia popular es una muestra de la dictadura del proletariado» no es un anuncio que hace un gran alboroto. Pero si no tenemos que hacer un gran alboroto al respecto, no necesitamos tampoco ocultarlo, ni tratar con ello en secreto. Y el factor decisivo es la necesidad de dar a conocer el interior del Partido de la importancia de esta declaración, de este hecho y su porqué. Porque, camaradas, no estamos hablando de un enunciado teórico normal, sino de un problema muy práctico. Si hacemos a conocer dentro del Partido, en la clase obrera, que la democracia popular es la dictadura del proletariado, entonces esto se convierte y se convierta en un recurso más de los esfuerzos para construir el socialismo, de la lucha contra los enemigos de clase, y de la defensa contra los imperialistas.

Yo creo que no es necesario examinar la afirmación de que la democracia popular y en general también otras democracias populares significa la aplicación de la dictadura del proletariado, aunque no como se hizo en la experiencia soviética. Es evidente que la democracia popular no ha sido desde el principio una dictadura del proletariado, sino que convirtió en ella durante nuestra lucha. El desarrollo de nuestra democracia popular no es otra cosa que una lucha que comenzó con los objetivos iniciales de destruir el fascismo, de la realización de nuestra independencia nacional, y de manera constante ejecución de las tareas cívicas democráticas, cosas, que luego se fueron transformado posteriormente en una pelea en contra de la gran burguesía, y luego contra todo tipo de burguesía, manteniendo así la lucha contra el capitalismo con el objetivo primero de la expulsión de los elementos de clase capitalistas y luego procediendo a su liquidación. Esta transformación comenzó siendo antifascista, nacional, cívico-democrática, y se hizo más y más grande y desarrollado una lucha para lograr una transformación socialista.

Nuestro Estado, por lo tanto, no ha sido desde el principio una dictadura del proletariado. Debemos tener en cuenta el hecho de que estábamos desde hace mucho tiempo en minoría en el gobierno, hasta la caída de Ferenc Nagy, el gobierno de  la democracia popular no sólo consistía en elementos tales como los kulaks, sino de los representantes de la burguesía y también de los agentes de los imperialistas. Tomemos en consideración el hecho de que el programa de 1944 del Frente de la Independencia era sólo el en esencia un programa de la revolución burgués-democrática antifascista, antifeudal, antialemán y que en dicha transformación y no se tocaba aún una sola reclamación contra el capitalismo excepto una: la nacionalización de las minas, es decir, los recursos de la tierra. Tomemos en consideración el hecho de que en la economía de la democracia popular, hasta el año de la transformación, o sea a mediados de 1947, los elementos capitalistas eran dominantes en la nacionalización de la industria y bancos.

El hecho de que la Democracia Popular de Hungría sea un tipo de dictadura del proletariado, es el resultado de un desarrollo provocado por la difícil lucha de clases, se trata también de nuestro programa de de partido desarrollado, todo ello a pesar del hecho de que el programa no menciona la dictadura del proletariado. De acuerdo con nuestro programa, con la liberación del país, y la caída del sistema de poder de los grandes terratenientes y el gran capital: la clase obrera, la totalidad de los campesinos, por lo que también aún los campesinos ricos, y la facción antialemana de la burguesía, se hizo cargo del poder inicialmente. Esto se reflejó así: «Con la amenaza alemana eliminada, la destrucción del feudalismo y la resolución paso a paso de los problemas que plantea la lucha contra el gran capital, durante la cual la lucha contra los reaccionarios y la intensificación de las diferencias internacionales llevó como resultado el derrocamiento del poder y gobierno de los representantes de los capitalistas así como la mayoría de los representantes de los explotadores de los distritos rurales. Hoy en Hungría la clase obrera y su aliado el campesinado trabajador están en el poder».

¿Creen ustedes camaradas que nuestra transformación, en su primera fase, antes de convertirse en una transformación socialista, era solamente una transformación democrático-burguesa y que hay teníamos pensado quedarnos? De ninguna manera se puede pensar eso. Ustedes saben muy bien que la clase obrera estuvo representada en el gobierno y en el aparato de poder. Éramos una minoría en el Parlamento y en el Gobierno, eso es cierto, pero al mismo tiempo nos alzábamos dentro de la sociedad y la política como la fuerza principal. Tuvimos un control decisivo sobre las fuerzas policiales. Nuestra fuerza, la fuerza de nuestro partido y la clase obrera, se multiplica por el hecho de que la Unión Soviética y el ejército soviético siempre estuvieron y están ahí para apoyarnos con su asistencia. En la primera fase de nuestra transformación, cuando hemos tenido problemas muy claros en las tareas democrático-burguesas, luchamos para concertarlos, así como para proporcionar el establecimiento y la garantía de las condiciones que hicieran posible la transformación socialista en breve. El cambio en el desarrollo de la democracia popular en la dictadura del proletariado comenzó con la destrucción del ala derecha del Partido de los Pequeños Productores, con la liquidación de la conspiración y la caída de Ferenc Nagy. A continuación, el kulak se convirtió en un enemigo directo, entonces el papel de liderazgo de nuestro partido y la clase obrera se fortaleció. Pero la lucha por la transformación de Hungría a lo largo de líneas anticapitalistas y socialistas se inició mucho antes, cuando en la primavera de 1946 el ala Bloque de Izquierda, bajo la dirección del Partido Comunista, tuvo éxito en la lucha por la nacionalización de la industria pesada; cuando, en el otoño de 1946, el IIIº Congreso de nuestro Partido, anunció el lema: «Estamos construyendo el país, no para los capitalistas, sino para el pueblo». Ferenc Nagy dimitió a finales de mayo de 1947, pero es que ya la dirección del partido y el propio camarada Rakosi en el evento que se celebró en el distrito Angyalföld de Budapest, soltó la clara consigna: «Vamos a hacer la paguen los ricos», y se dio el pistoletazo de salida para el inicio de la lucha, no sólo para el control, sino por la nacionalización de los grandes bancos como se dijo en el 7 de mayo. En muestro plan de tres años, que se menciona por primera vez antes de la Navidad de 1946, el camarada Gerö no abrió fuego dirigiéndose francamente y abiertamente contra el capitalismo en su conjunto, a toda la burguesía, pero ya estaba relacionado con las tareas de la lucha contra el gran capital que correspondían a esa etapa. El cambio socialista de nuestra transformación, el período durante el cual nuestra democracia popular se convirtió en una dictadura del proletariado se extendió aproximadamente desde mayo de 1947, con la caída de Ferenc Nagy, a enero de 1948. Este es el glorioso año del cambio, cuando la mayoría de la clase obrera se alineó detrás del Partido Comunista, y cuando en la Iº Primera Conferencia Nacional de los miembros del Partido, el lema del III Congreso: «Estamos construyendo el país no para los capitalistas , pero para la gente», se cambió a la nueva consigna victoriosa: «El país es suyo, ustedes está construyendo todo para sí mismos». Este desarrollo, nuestro desarrollo en una dictadura del proletariado, fue coronado definitivamente en junio de 1948 con la destrucción del ala derecha del Partido Socialista y el establecimiento del actual Partido de los Trabajadores Unificado.

Debemos plantearnos seriamente si fuimos capaces de ver con claridad, si nosotros éramos realmente conscientes durante la lucha, de la naturaleza y la dirección de los cambios que ocurrían en nuestra democracia popular, en el carácter de nuestro Estado. No, camaradas, nosotros no lo vimos totalmente. En la mayoría nosotros sentíamos nuestro camino en la dirección derechista. El Partido no junto a sus filas bajo una actitud unificada, clarificada y elaborada con respecto al carácter de la democracia popular y su futuro desarrollo. Debemos indicar esto, ejerciendo la autocrítica. Y debemos acentuar el hecho que recibimos el estímulo decisivo y la ayuda para la clarificación de nuestro futuro desarrollo de parte del Partido Comunista (Bolchevique) de la Unión Soviética, de forma clarividente bajo las enseñanzas de Camarada Stalin. Las dos sesiones de la Kominform, la primera a finales de 1947, y la segunda en el verano 1948, fueron de ayuda fundamental para nosotros. En la primera sesión nos enseñaron a nosotros que, una democracia popular, en su etapa final, no podía detener la total destrucción de los elementos capitalistas, y en la segunda sesión se nos mostró, que la transformación socialista no podía ser limitada sólo a las ciudades, sino que tenía que ser ampliada a los distritos rurales y esto nos hizo reafirmarnos de que por tanto en cuanto a las cuestiones fundamentales de la transformación del socialismo, la Unión Soviética es nuestro modelo y que el camino de las democracias populares se diferencia sólo en ciertas formas externas, y no en la esencia, del camino de la Unión Soviética.

¿Cuáles fueron los errores en estas cuestiones tan fundamentales? Creo que hicimos los siguientes errores:

1. En la primera fase de la democracia popular, cuando la lucha no fue dirigida sin rodeos contra el capitalismo, cuando la lucha por el rendimiento constante de las tareas democrático-burguesas estaban en el orden del día, se empezó a decir que la democracia popular era una variedad plebeya democracia burguesa. En 1945, cuando el ala derecha del Partido de los Pequeños Productores nos quería provocar en la lucha contra la campaña electoral en torno a la pregunta: «Socialismo o la propiedad privada burguesa?» No estábamos equivocados en la evasión de la provocación. Creo que estábamos en lo cierto cuando en aquella ocasión criticamos a nuestros compañeros socialistas de izquierda, que durante las elecciones de Budapest anunciaron el lema: «Por una Budapest roja» Esta acción sólo servía a nuestros enemigos. Era correcto en ese momento hacer hincapié en que la cuestión no era una elección entre socialismo o la propiedad privada burguesa, sino que más bien era la siguiente: ¿Hay que pactar con las fuerzas del viejo sistema, o hay que liquidarlos? Fue correcto que mientras ejercíamos la lucha contra el gran capital, no hiciéramos hincapié abierto todavía en que se trataba de una transición por la lucha por el socialismo, sino que sólo dijéramos que las medidas puestas en marcha contra el gran capital querían decir que al mismo tiempo se garantizaba la protección de las pequeñas propiedades privadas. Fue correcta la actitud de no mostrar nuestras cartas, pero a menudo se nos olvidó que la democracia popular en este momento era algo más que una variedad plebeya de la democracia burguesa, y que era un paso hacia la transición socialista, que contenía ya entonces los elementos de desarrollo hacia la dictadura del proletariado.

2. El segundo error fue el hecho de que en primer lugar y de manera abrumadora, destacamos las diferencias entre el desarrollo de la Unión Soviética y nuestro desarrollo como democracia popular, en lugar de hacer hincapié en la similitud y la identidad sustancial de los dos acontecimientos.

3. En cuanto a nuestro tercer error, llegamos a la conclusión de que quizás por el carácter popular del proceso, y por lo tanto por el transito relativamente pacífico, el desarrollo hacia el socialismo se podría lograr sin dictadura del proletariado. O que –era sólo otra forma del mismo error– dijimos que la dictadura del proletariado significaba la dictadura del proletariado en la Unión Soviética, mientras que con nosotros bajo la democracia popular ésta era superflua.

4. También fue un error decir que nosotros también necesitamos la dictadura del proletariado para la consecución del socialismo, pero que considerabamos la dictadura del proletariado como forma de gobierno que debe seguir la democracia popular pero que la democracia popular no llevaba implícita la dictadura del proletariado.

5. Y, por último, camaradas, era un error considerar la esencia de la democracia popular en la división de poder entre la clase obrera y el campesinado trabajador. La dictadura del proletariado, tal como fue definido por Lenin y Stalin, significa que el poder es indivisible en manos del proletariado y que la clase obrera no comparte el poder con otras clases. Por lo tanto, no comparte su poder con el campesinado. Esta concepción errónea de la división del poder se puede ver expresada en mi lectura en la Conferencia de Capacitación del Partido, donde aún así –gracias al magnífico artículo del camarada Rákosi– estuvimos cercanos en la concepción correcta de que la democracia popular es una transición del capitalismo hacia el socialismo y era y se debía aplicar por lo tanto, la dictadura del proletariado. Esta concepción errónea entorno al campesinado se expresaba también en el programa de nuestro partido, un documento fundamentalmente correcto, pero de ninguna manera un fetiche, que debe ser enmendada y corregida en algunas partes, debido a algunas de las cuestiones básicas, como el desarrollo socialista de la agricultura y la colectivización, se expresan en nuestro programa sólo en una forma encubierta y no se mencionan por su nombre real.

En cuanto a la pregunta de si la dictadura del proletariado quiere decir el poder exclusivo de la clase obrera y no la división de aquel poder entre obrero y el campesinado, me sería útil citar a Lenin y Stalin. Lenin dice: 

«La clase que ha tomado en sus manos el Poder político, lo ha tomado consciente de que es ella sola la que se hace cargo de él. Esto esta intrínseco en el concepto de dictadura del proletariado. Y este concepto sólo tiene sentido cuando una clase sabe que es ella sola la que toma en sus manos el Poder político y no se engaña a si misma ni engaña a los demás hablando de un Poder «de todo el pueblo», elegido por todos y refrendado por todo el pueblo». (1) (Lenin, Congreso de los Trabajadores del Transporte de toda Rusia, 1921)

Según Stalin, la dictadura del proletariado quiere decir que aquella clase:

«No ejerce y no puede ejercer el poder juntos con otras clases». (2) (Stalin, Cuestiones del leninismo, 1926)

Además, Stalin agrega que:

«El dirigente en el sistema de la dictadura del proletariado, es un solo partido, el Partido del proletariado, el Partido Comunista, que no comparte ni puede compartir la dirección con otros partidos». (3) (Stalin, Cuestiones del leninismo, 1926)

¿Esto es válido para nosotros? Con nosotros, hay no sólo los comunistas en el gobierno, sino también los pequeños productores y miembros de Partido del Campesino. Con nosotros, este gobierno, este gabinete, es todavía un gobierno de coalición. ¿Esta coalición de nuestro Partido con los pequeños productores y el Partido del Campesino ejerce el liderazgo juntos con ellos, o sea con nosotros el poder es dividido entre la clase obrera y el campesinado trabajador?

En cuanto a esto, déjenme citar a Stalin una vez más: 

«Nosotros habíamos estado marchando en octubre con el lema de la dictadura del proletariado y del campesinado pobre y esto de hecho prácticamente fue alcanzado en octubre, puesto que nosotros teníamos un bloque con la izquierda y un liderazgo dividido con ellos, aunque entonces nosotros ya tuviéramos una dictadura de proletario en efecto, ya que los bolcheviques constituimos la mayoría. La dictadura del proletariado y el campesinado pobre dejó de existir formalmente también después de que el golpe de izquierdista eserista, cuando el liderazgo entero cayó en las manos de un Partido único –el nuestro– que no comparte y no puede compartir el liderazgo del estado con otros partidos». (4) (Stalin, Tres consignas fundamentales del Partido en la cuestión campesina, 1927)

Formalmente, también con nosotros hay elementos de división de poder y liderazgo. Pero de hecho, camaradas, es la clase obrera la que solo está en el poder, de hecho es nuestro Partido el único que controla la máquina estatal. Desde luego, el hecho de que hoy todavía compartimos, aunque sea formalmente, el liderazgo con otros partidos tiene importancia. Esto indica que la alianza de la clase obrera y del campesinado trabajador no es bastante cercana aún, que aún no organizamos el campesinado bastante bien alrededor de la clase obrera. ¿El poder abrumador e incondicional de la clase obrera significa la exclusión de los campesinos de la conformación de su propio destino? No lo hace. El poder, el liderazgo, es indivisible, pero en algunos ámbitos importantes la clase obrera voluntariamente incluye al campesinado y sus representantes en el ejercicio del poder. Nuestro Estado está gobernado por la clase obrera únicamente pero este Estado es un Estado de los trabajadores y por tanto de los campesinos también, por consiguiente, este Estado se basa en una alianza de la clase obrera y el campesinado. Sin embargo, incluso si la dictadura del proletariado está siendo construida sobre esta alianza de clase: la clase obrera y el campesinado, no puede ser identificado con ello en absoluto. ¿Por qué no puede este poder se ejerce junto con el campesinado? Porque en tal caso, el Estado dejaría de ser un arma con la que cuenta el socialismo. Para el campesinado, aun siendo una clase trabajadora, es indiferentemente a la propiedad privada e indiferentemente para las cooperativas. Vacila. Debería ser apoyado, conducido, educado y ayudado para que éste acepte el camino a las cooperativas. Deben dar a este liderazgo, educación y ayuda el Estado también, y es por eso que el poder no puede ser dividido con el campesinado. Por otra parte, la vacilación que concierne la materia de la progresión socialista del área rural que ocupa el campesino quiere decir al mismo tiempo la vacilación entre el capitalismo y el socialismo, la incertidumbre en la lucha contra kulak, vacilación en la lucha contra el imperialismo. Pero un Estado que se transforma en el socialismo, un Estado que lucha contra kulak, un Estado que debe protegerse contra el imperialismo, un poder dedicado a la opresión de actitudes que van contra las clases sociales trabajadoras, no debe vacilar. Es la razón, camaradas, por qué debemos liquidar el concepto de que la clase obrera comparte su poder con otras clases. En este concepto encontramos los remanentes de un punto de vista según el cual una democracia popular es un Estado bastante específico que se diferencia del Estado soviético no sólo en su forma, sino también en su esencia y funciones. Algo errado.

Sin embargo, el hecho de que el poder está poseído exclusivamente por la clase obrera no se debe decir de forma arrogante en todas partes. No tenemos la intención de engañar a los campesinos, pero igualmente no queremos fortalecer los elementos reaccionarios. Hacia el campesinado, tenemos que ser conscientes –de lo que es verdad– que incluso en áreas importantes la dictadura del proletariado incluye a los campesinos en ejercicio del poder, que la dictadura del proletariado se basa en la estrecha alianza de la clase obrera y el campesinado, y por supuesto, no en cualquier tipo de alianza, sino en la de la construcción del socialismo.

Mencionaré brevemente las consecuencias que deben extraerse de la constatación de que la democracia popular es una variación de la dictadura del proletariado.

Para empezar, el poder en la posesión de la clase obrera debe en interés de la conformación del socialismo, debe ejercer presión sobre los enemigos de clase y hacer que en la defensa contra el imperialismo esta sea aún mucho más decidida y severamente ejercida de lo que ha sido hasta ahora ha sido. «Dictadura», también significa el ejercicio de la fuerza para oprimir a los enemigos. La comprensión de que la democracia popular es una variación de la dictadura de los proletarios nos arma con el conocimiento de que, en la lucha contra el enemigo de clase los órganos destinados a aplicar esta fuerza deben de hacerse más eficaces y unificados de lo que son.

Somos conscientes de que la dictadura del proletariado no consiste sólo del ejercicio de la fuerza, sus funciones esenciales incluyen también la construcción, para la cual debe conquistar aliados para el proletariado y unirlos para la producción socialista. En nuestro caso, gracias al hecho de que podemos confiar en la Unión Soviética y lo que hemos podido ahorrarnos una guerra civil, la función más importante de nuestra dictadura del proletariado es una tarea de la construcción económica y cultural. Sin embargo, esto no significa en absoluto que las funciones de la opresión y la violencia también pertenecientes a la dictadura del proletariado debe pasarse por alto como algo secundario.

La atención continua sobre los agentes de los imperialistas y los enemigos de clase en el interior no son en absoluto las tareas secundarias, por el contrario, son las condiciones requeridas para la obra de construcción del socialismo. Por otra parte, también debemos darnos cuenta claramente en que períodos pueden venir en nuestra evolución que la función principal de la dictadura del proletariado sea el ejercicio de la fuerza contra los enemigos de dentro y fuera. El que olvida esto comete el delito de pacifismo, desmoviliza el partido y la clase obrera, y tiene vistas similares a expenderse a la construcción de nuestra organización de la seguridad del Estado, así como nuestro ejército.

Al esbozar las tareas que tenemos por delante, camaradas, hay que tener a la vista no sólo el hecho de que nuestro Estado está en estrecho parentesco con la dictadura del proletariado, sino también de que todavía está usando las cáscaras de huevo de su origen, los restos de la época de la transformación democrática burguesa. La dictadura del proletariado no es completa, para su logro final aún tenemos grandes tareas por delante antes de su consolidación definitiva.

Cuando decimos: «Nuestro Estado es una dictadura del proletariado, aunque no de la forma soviética», no hay que decir que no hay nada en la forma soviética de la dictadura del proletariado que pueda ser estudiado y aplicado para nuestro país. Por supuesto que existe. El organismo de nuestro Estado debe estar más cerca de la dictadura del proletariado que hoy se ejerce en la Unión Soviética, es decir, en la reorganización de nuestra administración, poniendo fin a la dualidad de esa administración, por lo que los trabajadores cooperen más y con mayor eficacia en la administración y en el ejercicio del poder del Estado. Sin duda, aunque nuestro Parlamento tiene que ser reformado, en la medida en que todavía lleva los restos de un parlamentarismo burgués, el dualismo de los poderes legislativo y ejecutivo.

Camaradas, el 21 de marzo de este año que se celebra el trigésimo aniversario de la proclamación de la primera gloriosa dictadura del proletariado húngara. Durante 30 años, hemos estado acariciando su memoria, manteniendo sus tradiciones y la educación de nuestro Partido, en un espíritu de autocrítica ejercida sobre las faltas cometidas en esos primeros días. Hoy en día, de una manera diferente a la de hace unos 30 años, con ideas totalmente diferentes y mucho más maduras y en otras circunstancias, hemos llegado a la etapa en la que hemos tenido que dejar de trabajar hace 30 años. A continuación, la dictadura del proletariado, pero duró 131 días, hoy estamos en el quinto año de nuestra democracia popular que se convirtió en la dictadura del proletariado. En 1919 nuestros defectos innatos y enemigos de fuera llevaron la dictadura del proletariado a su fin. Esta vez vamos a ganar y construir el socialismo.

Stalin y el Che Guevara

Por Victor Shapinov. Publicado en "Novosti Kareli". Traducido por Igor T.
Tomado de Amistad Hispano-Soviética

En el 85º Aniversario de su nacimiento, la imagen del Che como el revolucionario romántico, aventurero inquieto, creado en parte soviética, en parte por la propaganda capitalista, está lejos de la realidad. Los líderes soviéticos Jruschov y Brezhnev también contribuyeron, pues se consideraban la única fuente de sabiduría Comunista, porque temían el pensamiento revolucionario del Che Guevara.

Los escritores burgueses estaba a veces más cerca de la verdad, que la propuesta soviética. Así, la revista "Time" publicó el 8 de agosto de 1960 su retrato en la portada  entre las imágenes de Jruschov y Mao, escribió que de esto trataba, la parte teórica del Che Guevara: "Fidel, el corazón y el alma de la actual Cuba, Raúl Castro, el puño cerrado de la revolución. Guevara, su cerebro. Fue gracias a él que Cuba giró a la izquierda. Él, el más interesante y el más peligroso del triunvirato ".
Convirtiéndose en el "cerebro" de la revolución, así el Che es ayudado por el hecho de que, en su propio desarrollo individual, de la misma manera luego así lo hizo la revolución cubana, convirtiendo la sociedad en socialista de democrático-burguesa. Un sincero demócrata fue creándose el Che al viajar por América Latina, viendo el sufrimiento y la lucha de las masas, transformándose en un comunista. El único marxista y comunista de los revolucionarios, que desembarcaron del yate Granma para derrocar al régimen del dictador Fulgencio Batista, el Che Guevara, que con la precisión de un joyero se acercó al movimiento "26 de Julio" en el mismo camino de la democracia burguesa hacia el comunismo. En esta carretera se fueron perfilando todas las revoluciones del siglo XX, como hoy se va abriendo Venezuela, y Hugo Chávez que personalmente ha tenido en cuenta a Ernesto. Siempre comprometido en la autoeducación, el Che dio a la teoría la gran prioridad.
En la Carta a Armando Hart Dávalos del 4 de diciembre 1965 revela el verdadero plan de educación revolucionaria, elaborado por el Che Guevara. Che recomienda la publicación de una serie de números de literatura teórica que ayude a los revolucionarios cubanos a unirse a la escuela del pensamiento marxista. Hay clásicos de la filosofía, filósofos modernos, y una serie de "Clásicos de la economía política y de sus predecesores", series de libros polémicos. Sin embargo, se presta especial atención a la literatura marxista, una serie con el nombre de "Marx y el pensamiento marxista". Otras series van hacia solucionar un problema clásico, que el marxismo no tiene que ser aprendido de memoria, ya que el resultado final, son son una serie de "verdades eternas" y tienen que entenderse como la culminación de un largo proceso de conocimiento humano, del desarrollo de la ciencia.
"En esta serie", el Che escribe, "se publicarán obras completas de Marx y Engels, Lenin, Stalin y otros grandes marxistas, como Rosa Luxemburg" (p. 507), "otros pensadores marxistas, que al igual que Kautsky e Hilferdig, luego perdieron el camino, pero antes contribuyeron a la ideología".
El Che cree que es necesario que se publique el trabajo "las figuras más prominentes del revisionismo" como el llama a Jrushchov y Trotsky, así como el trabajo de los teóricos burgueses como Keynes. Las actas de las controversias de los años 20 en la Unión Soviética entraron en el plan editorial del Che Guevara, como "representación de la mayor importancia para nosotros".

Una escuela de pensamiento marxista, no dogmático, pero no revisionista, esa era la tarea del Che. Cualquiera que esté familiarizado con la edición de libros del plan del Che Guevara, se dará cuenta que hoy en día una lista de referencias, es adecuada para el estudio de un revolucionario, que quiera actuar de manera competente.
Che Guevara, pensó en actividades muy prácticas y teóricas, como los trabajos de I. V. Stalin, fuente de muchas ideas que en el Che fueron convirtiéndose en principios básicos. La idea de la revolución mundial también influyó en el Che, significativamente, las síntesis del líder bolchevique.
La primera vez que el nombre de Stalin se reproduce en la biografía del Che es probablemente en 1953, cuando el joven Guevara vio la pobreza y la falta de poder de los obreros y campesinos de América Latina, en recuerdo del líder muerto promete que luchará contra el capitalismo hasta el final de sus días. Al mismo tiempo, dentro de este contexto, con algo de ironía, escribe sus cartas "Stalin II». En 1956, la policía mexicana le arrestó junto con los exiliados revolucionarios cubanos, y Ernesto no ocultó sus ideas comunistas y tuvo una dispute con la policía demostrándoles que persona era Stalin.

En 1959, tres años después del XXº Congreso, en la Sierra Maestra, el Che lee a los líderes del Movimiento 26 de Julio, el libro de Stalin "Cuestiones del leninismo", y Fidel y otros cubanos critican el libro, y el Che y lo defiende en una aguda controversia. Stalin para el Che no era sólo un modelo de la práctica, sino también una autoridad teórica muy importante.

miércoles, octubre 02, 2013

ENVER HOXHA - EL GOLPE FASCISTA EN INDONESIA Y LAS ENSEÑANZAS QUE EXTRAEN DE EL LOS COMUNISTAS

Artículo publicado en «Zëri i popullit»
11 de mayo de 1966
Extraído de: Obras Escogidas
Tomo IV
Casa editora «8 Nëntori»
Tirana 1979

Páginas: 19 a 35 

La tragedia que están viviendo el pueblo y los comunistas indonesios debe turbar la conciencia de todos los hombres progresistas. Los fascistas indonesios, apoyados directa e indirectamente por los imperialistas norteamericanos y los revisionistas jruschovistas, repiten, en una escala aún mayor, lo que hicieron los nazis en otro tiempo después de tomar el poder. Debe detenérseles la mano. Es preciso que todos los hombres honestos, todos los revolucionarios, todos los antifascistas levanten la voz para protestar enérgicamente contra la masacre de los comunistas y de los hombres progresistas en Indonesia. Esto es hoy para todos la exigencia más elemental, porque es un verdadero crimen permitir que los más rabiosos reaccionarios asesinen impunemente a centenares de miles de inocentes (probablemente ninguna guerra, a excepción de las guerras mundiales, ha causado tantas víctimas).
El pueblo y los comunistas albaneses expresan su solidaridad internacionalista a los comunistas indonesios, víctimas del terror fascista. Estamos convencidos de que el Partido Comunista de Indonesia, independientemente de las grandes pérdidas que ha sufrido, responderá a los fascistas con una resuelta lucha revolucionaria hasta aplastar totalmente a la reacción. Es evidente ahora que en la oposición al fascismo y al terror existe sólo un camino para los comunistas y los patriotas indonesios: responder a la violencia contrarrevolucionaria con la violencia revolucionaria, con la lucha armada de los obreros y los campesinos en defensa de la libertad y la democracia.
La evolución de los acontecimientos en Indonesia es una triste realidad para los comunistas y para todos los revolucionarios. Pero a pesar de ello, lo ocurrido en Indonesia representa una gran experiencia que debe ser atentamente estudiada, y de la que deben extraerse valiosas enseñanzas. La revolución no se desarrolla jamás en línea recta. Avanza a través de victorias y de derrotas. Los revolucionarios, los marxistas-Leninistas, tienen el deber de consolidar las victorias así como de aprender de los fracasos temporales, sacando las conclusiones necesarias de manera que la revolución se eleve a un nivel superior y se desarrolle con más fuerza. La experiencia de una revolución es útil no solamente para los revolucionarios y los comunistas de un país, sino para todos los revolucionarios, para todos los marxistas-leninistas del mundo. Por ello, además de los comunistas indonesios todos los revolucionarios y los comunistas de diversos países deben sacar de los acontecimientos de Indonesia las debidas enseñanzas. Esto es de importancia primordial.
El Partido Comunista de Indonesia creció y se desarrolló como partido marxista-leninista, en una dura lucha de clase contra los enemigos del interior y del exterior. Después de los duros golpes que recibió de la reacción en 1927 y en 1948, cuando fueron masacrados miles de comunistas y toda la dirección del partido, el Partido Comunista de Indonesia, gracias a su lucha y a sus esfuerzos, logró recobrarse, hasta el punto de llegar a ser una fuerza que, por el número de sus miembros, representaba el más grande partido comunista de los países capitalistas. No cabe duda de que incluso tras las graves pérdidas que está sufriendo, con su lucha valerosa, consecuente y revolucionaria marxista-leninista, poco a poco, recobrará de nuevo sus fuerzas. Nosotros, los comunistas albaneses, estamos firmemente convencidos de que los comunistas indonesios analizarán cuidadosamente el trabajo realizado hasta el presente, descubrirán los errores, los defectos y las deficiencias que se han manifestado en el trabajo del partido, extraerán las conclusiones necesarias de manera que en el futuro el PC de Indonesia pueda dirigir con éxito al pueblo indonesio por la senda de la revolución. Mejor que ellos mismos, nadie puede hacerlo.
Los acontecimientos de Indonesia no son un fenómeno aislado. Constituyen el eslabón de una cadena, un elemento integrante de la ofensiva de la reacción internacional contra el movimiento comunista y la lucha de liberación de los pueblos. Están enlazados con la actividad agresiva del imperialismo norteamericano en Viet Nam y en otros países, con las sangrientas intervenciones de los imperialistas en la República Dominicana y en toda América Latina, tienen que ver con la organización de golpes de Estado contrarrevolucionarios en algunos nuevos países de África, con la actividad subversiva y escisionista que vienen desarrollando desde hace tiempo los revisionistas jruschovistas en el seno del movimiento comunista internacional, con el sabotaje de la lucha de liberación nacional de los pueblos, con su activo apoyo al imperialismo norteamericano y a todos los diversos reaccionarios.
Por esta razón, los revolucionarios y los comunistas de los diferentes países deben detenerse seriamente ante estos fenómenos, analizarlos cuidadosamente y extraer las debidas enseñanzas, de modo que la lucha revolucionaria avance constantemente de victoria en victoria.

EL VALOR DE LAS «LIBERTADES DEMOCRATICAS»
EN UN ESTADO BURGUES Y EL MODO DE APROVECHARLAS
La burguesía y, junto a ella, los revisionistas modernos, hablan y hacen cálculos sobre las llamadas «libertades democráticas». En efecto, en cada Estado burgués denominado democrático, existen algunas «libertades» democráticas» relativas. Decimos relativas, porque no rebasan jamás el límite de la concepción burguesa de la «libertad» y de la «democracia», porque llegan precisamente hasta el punto de no perjudicar los intereses vitales de la burguesía en el poder.
Naturalmente, la clase obrera y los hombres progresistas aprovechan estas condiciones para organizarse, para difundir sus concepciones y su ideología, y preparar el derrocamiento de las clases explotadoras y la toma del poder.
Después de la Segunda Guerra Mundial, en muchos países capitalistas de Europa, como resultado de la victoria sobre el fascismo y del papel desempeñado por los partidos
comunistas en la lucha antifascista, estos partidos llegaron incluso a participar en el gobierno (por ejemplo en Francia, en Italia, en Finlandia, etc.), y hasta tener un gran número de diputados en el parlamento, importantes cargos en el aparato del Estado, e inclusive en el ejército, etc.
Asimismo, en diferentes períodos durante estos últimos 15 años, se crearon condiciones favorables para él partido de la clase obrera y las fuerzas progresistas en algunos países del Medio Oriente, como Irán e Irak, y de América Latina, como "Guatemala, Brasil, Ecuador, Venezuela y otros. En Indonesia se creó una situación bastante favorable. El Partido Comunista de Indonesia creció con rapidez, formaba parte del gobierno y ejercía una gran influencia en la política interior y exterior del país, etc.
Pero, también en las condiciones de las «libertades democráticas», se desarrolla una aguda lucha de clases, una lucha a vida o muerte, entre la revolución y la reacción, entre el proletariado y la burguesía. Si el proletariado y su partido se esfuerzan por consolidar sus posiciones, por su parte, la reacción y la burguesía no duermen. Por el contrario, valiéndose del aparato estatal burgués, de la policía y las fuerzas armadas, practicando la corrupción y la subversión, alimentando el oportunismo y las ilusiones reformistas y pacifistas en el seno de la clase obrera, etc., se preparan seriamente para consolidar sus posiciones y desbaratar a las fuerzas revolucionarias.
El desarrollo de los acontecimientos tras la Segunda Guerra Mundial muestra que, en el marco de las «libertades democráticas», la burguesía ha actuado enérgicamente y en diferentes formas para liquidar el movimiento revolucionario de la clase obrera.
Después que la burguesía y la reacción lograron consolidar sus posiciones, expulsaron a los comunistas del gobierno, de los puestos importantes en el aparato del Estado y del ejército, como sucedió en Italia, Francia y Finlandia. En Inglaterra, Austria y otros países, ni siquiera se toleró la presencia de los comunistas en el parlamento, mientras que en Grecia fueron encarcelados y combatidos por la fuerza de las armas.
Cuando la burguesía y la reacción constatan que su poder está amenazado por la fuerza y el prestigio crecientes del partido comunista y de1 movimiento revolucionario de las masas, juegan su última carta: ponen en acción a las fuerzas armadas, organizan pogromos para aplastar y liquidar al movimiento revolucionario y a los partidos comunistas, como sucedió en Irán e Irak, y, recientemente, con los trágicos acontecimientos de Indonesia. En tales casos la reacción y la burguesía de un país dado han aprovechado directamente también la ayuda de la reacción mundial, incluso el apoyo de sus fuerzas armadas como ha ocurrido en la República Dominicana y otros lugares.
¿Qué conclusiones se pueden sacar de esta experiencia histórica?
Primero, que las llamadas «libertad burguesa» y «libertad democrática» en los países capitalistas no son como para permitir a los partidos comunistas y a los grupos revolucionarios alcanzar sus objetivos. De ningún modo. La burguesía y la reacción toleran la actividad de los revolucionarios mientras no constituya un peligro para el poder de clase de la burguesía. Cuando este poder está en peligro, o cuando la reacción encuentra el momento propicio, sofoca las libertades democráticas, recurre a todos los
medios, sin ningún escrúpulo moral ni político, para destruir a las fuerzas revolucionarias. En todos los países en que se ha permitido a los partidos comunistas militar abiertamente, la burguesía y la reacción aprovechan esa situación para conocer toda la actividad, las personas, los métodos de trabajo y de lucha de los partidos marxista-leninistas y de los revolucionarlos, Por eso, los comunistas y sus partidos auténticamente marxistas-leninistas cometerían un error fatal si tuvieran confianza en las «libertades» burguesas que les proporciona la coyuntura, si 10 hicieran todo abiertamente y no guardaran el secreto de su organización y de sus planes. Los comunistas deben aprovechar las condiciones del trabajo legal, incluso para desarrollar un amplio trabajo propagandístico y organizativo, pero, al mismo tiempo, deben estar preparados para el trabajo clandestino.
Segundo, las ilusiones oportunistas sobre la «vía pacífica» para la toma del poder son un bluf y representan un gran peligro para el movimiento revolucionario. En apariencia, el Partido Comunista de Indonesia parecía tener el terreno más favorable para alcanzar su objetivo siguiendo esta vía. No obstante, los comunistas indonesios habían declarado más de una vez que no se forjaban ilusiones sobre la «vía pacífica». En su saludo al congreso del PC de Nueva Zelanda, la delegación del Comité Central del PC de Indonesia confirmaba que «los acontecimientos de Indonesia han demostrado una vez más que no existe ninguna clase dominante, ni fuerza reaccionaria que permita a las fuerzas revolucionarias conquistar la victoria por la «vía pacífica». Los comunistas extraen de los trágicos acontecimientos de Indonesia la enseñanza de que no es suficiente desechar las ilusiones oportunistas sobre la «vía pacífica» y reconocer que la única vía para la toma del poder es la vía revolucionaria de la lucha armada. El partido del proletariado, los marxistas-leninistas y todo revolucionario deben tomar medidas efectivas para preparar la revolución, comenzando por la educación de los comunistas y de las masas en el espíritu militante revolucionario y llegando hasta su preparación concreta para hacer frente a la violencia contrarrevolucionaria de la reacción con la lucha armada revolucionaria de las masas populares.
Tercero, independientemente de las condiciones y de las posiciones favorables que puede disfrutar en un determinado momento, el partido de la clase obrera no debe relajar un solo instante la vigilancia revolucionaria, sobrestimar sus fuerzas y las de sus aliados y subestimar la fuerza del adversario, de la burguesía y la reacción. El Partido Comunista de Indonesia gozaba de una gran influencia en el país, pero parece que sobrestimó en particular la fuerza política de Sukarno y del sector de la burguesía que le apoyaba, y tuvo demasiada confianza en esta fuerza. Al mismo tiempo, parece que subestimó la fuerza de la reacción, en particular de la reacción en el ejército, Al parecer los camaradas indonesios pensaban que el que tenía a Sukarno de su parte, tenía la llave de Indonesia, sin analizar debidamente en qué consistía la fuerza de Sukarno y hasta qué punto esta fuerza era real, particularmente entre el pueblo. Los recientes acontecimientos de Indonesia demostraron claramente que el prestigio y la autoridad de Sukarno no se apoyaban en una base social, económica y política sólida. Los generales reaccionarios lograron neutralizar a Sukarno, e incluso, mientras les convenía, le explotaron para sus fines contrarrevolucionarios.
Cuarto, el partido marxista-leninista y todos los auténticos revolucionarios deben seguir consecuente y resueltamente una línea revolucionaria y luchar audazmente contra el oportunismo y su más sórdida manifestación, el revisionismo moderno, tanto el jruschovista como el títista. Los oportunistas y los revisionistas modernos han hecho de la lucha por las «libertades» burguesas su bandera y han renunciado a la revolución, preconizan la «vía pacífica» como la única vía para la toma del poder. Precisamente la línea oportunista y revisionista, la influencia de los revisionistas jruschovistas, etc., han transformado a numerosos partidos comunistas, que en el pasado constituían una gran fuerza revolucionaria, en partidos de las reformas sociales, en apéndices y furgones de cola de la burguesía reaccionaria. Esto sucedió con los partidos comunistas de Italia, de Francia, de Finlandia, de Inglaterra, de Austria y otros. La aplicación de la línea oportunista del XX Congreso de los jruschovistas condujo a la catástrofe y a la liquidación al Partido Comunista de Irak, al antiguo Partido Comunista del Brasil, al Partido Comunista de Argelia, etc. El Partido Comunista de Indonesia se opone al revisionismo moderno. Los últimos acontecimientos de Indonesia y el papel de zapa que los revisionistas jruschovistas jugaron allí, demuestran que un verdadero partido revolucionario, fiel al marxismo-leninismo, decidido a llevar audazmente adelante la revolución, debe mantener una actitud bien definida frente al oportunismo, al revisionismo jruschovista y titista. No basta solidarizarse con la lucha de los marxistas-leninistas contra el revisionismo, es preciso también que el partido luche de manera intransigente y abierta contra la traición revisionista, porque únicamente así pueden los comunistas educarse en un espíritu revolucionario y puede ser preservado el partido de todo peligro de revisionismo. Sin combatir resuelta y consecuentemente contra el oportunismo y el revisionismo jruschovista, no se puede combatir al imperialismo, no se puede combatir a la reacción, no se puede impulsar la causa de la revolución y el socialismo.

LOS COMUNISTAS Y LAS ALIANZAS CON LAS FUERZAS PROGRESISTAS
La experiencia histórica demuestra que, en su lucha revolucionaria, los comunistas se han aliado y se alían con diferentes fuerzas progresistas. Porque, particularmente cuando se trata de las revoluciones democráticas o de la liberación nacional del yugo imperialista y colonial, no sólo los auténticos comunistas y revolucionarios, sino también otras amplias capas de la población, desde los obreros y los campesinos hasta la burguesía nacional y otras personas progresistas, están interesados en la realización de estos objetivos. Sería erróneo, sectario y nocivo para la revolución que no se unieran, en aras de su triunfo, todos aquellos que son susceptibles de ser unidos. Y los comunistas y los auténticos revolucionarios, como los luchadores más audaces y los representantes más fieles de las amplias masas populares, están siempre interesados en la unión de todos los que aspiran a hacer avanzar la revolución.
Los acontecimientos de Indonesia constituyen asimismo una importante enseñanza con respecto a las alianzas. En Indonesia existía desde tiempo atrás la NASAKOM, que representaba la alianza de las fuerzas nacionalistas, religiosas y comunistas. El PC de Indonesia hizo bien en participar en la NASAKOM. A través de ella; consolidó sus propias posiciones y las de la clase obrera en toda la vida del país. Pero, como demostraron los acontecimientos, no se llevó a cabo en ella un trabajo organizativo y revolucionario sano, se toleró una euforia funesta y se ensalzó en exceso a la propia
NASAKOM, la unidad de las tres fuerzas que la constituían y la «libertad de acción». El hecho es que al primer embate toda la fortaleza de la NASAKOM se vino abajo. La NASAKOM no fue un dique suficientemente fuerte para hacer frente a la ola de la contrarrevolución.
Por eso, los comunistas y los revolucionarios jamás deben contentarse en su lucha con la conclusión formal de las alianzas. No deben entusiasmarse con las declaraciones sobre la «vitalidad» de estas alianzas, sino que deben actuar de manera que éstas sirvan lo mejor posible a la revolución.
Es indispensable por tanto que, en los diferentes frentes populares, democráticos, nacionales y de liberación nacional, los auténticos partidos marxistas-leninistas, con su trabajo y su lucha, se ganen la confianza de sus aliados, se coloquen a la cabeza de esos frentes y los dirijan efectivamente. La dirección del partido marxista-leninista, su acertada línea revolucionaria en interés de las amplias masas unidas en el frente, son la garantía de la fuerza y la vitalidad de los frentes mismos y de su gran papel en el logro de los objetivos de la revolución. Se ha comprobado más de una vez que, cuando estos frentes están dirigidos por otras fuerzas sociales o partidos políticos, no son estables, no aplican una línea revolucionaria consecuente, son utilizados frecuentemente con fines contrarrevolucionarios Y estallan como pompas de jabón al primer choque con la reacción.
Siguiendo la línea de la unidad con todos los que pueden ser unidos en un frente, los partidos marxistas-leninistas, en oposición a los puntos de vista de los revisionistas modernos, deben no sólo salvaguardar su independencia y su función dirigente, sino al mismo tiempo combatir las vacilaciones de sus distintos aliados, sus tendencias reaccionarias y sus tentativas de dividir los frentes y de dedicarse a chalaneos con las fuerzas de la reacción. La línea de la unidad y de la lucha contribuye al fortalecimiento de los frentes, a su depuración de los elementos reaccionarios y contrarrevolucionarios, a la consolidación de la cohesión y del espíritu revolucionario, a la obtención de una unidad más elevada y asentada sobre una base más sólida. Aplicar únicamente la línea de la unidad y renunciar a la lucha conduce a una unidad falsa formal y permite a los elementos y fuerzas reaccionarias socavarla y liquidarla fácilmente, asestando así un rudo golpe a la propia causa de la revolución.
En las alianzas con diferentes capas y fuerzas sociales para la realización de tales o cuales objetivos en las diferentes etapas de la revolución, es importante que los comunistas jamás olviden su objetivo final: el triunfo del socialismo.
«Es necesario saber unir la lucha por la democracia con la lucha por la revolución socialista, subordinando la primera a la segunda, -ha dicho Lenin- Aquí reside toda la dificultad, esta es toda la esencia... No olvidar lo principal (lar revolución socialista); ponerla en primer plano... subordinando a la revolución socialista todas las exigencias democráticas, coordinándolas con ella, haciendo que dependan de ella... » (1)
En sus alianzas con otras fuerzas sociales los comunistas son sinceros, luchan resueltamente por la aplicación de los programas de los frentes únicos, pero, al mismo tiempo no ocultan en absoluto sus ideales y, después de la realización de las tareas democráticas nacionales, están decididos a no quedarse a medio camino, sino a impulsar la revolución hasta el triunfo del socialismo y el comunismo.
La actividad de nuestro Partido durante la Lucha de Liberación Nacional, los acuerdos; las discusiones con los elementos progresistas, e incluso con las fracciones de la burguesía reaccionaria, nos enseñaron a orientarnos correctamente y con éxito en este laberinto. La experiencia así adquirida en la lucha le ha sido y le es extraordinariamente útil a nuestro Partido en la aplicación de su correcta política con las masas trabajadoras, le ayuda en su política interior y en la orientación de su política exterior, en el estudio y solución de las contradicciones, tanto dentro como fuera del país, así como en el movimiento comunista internacional.

FORTALECER LA UNIDAD INTERNACIONAL DE LOS MARXISTAS-LENINISTAS
El proletariado mundial, los partidos marxista-leninistas y todos los verdaderos revolucionarios están empeñados en una encarnizada lucha contra el imperialismo, contra la burguesía reaccionaria, contra los revisionistas modernos, contra su ideología. Es una lucha a vida o muerte, una lucha de gran importancia mundial. La lucha entre nosotros y los enemigos es una encarnizada e implacable lucha de clases, ni el enemigo nos perdona ni nosotros a él. El desarrollo de esta lucha de clases no se presenta del mismo modo en todas partes, no solamente por su intensidad, sino también por sus formas, por su dinamismo, por la concepción del mundo de las fuerzas participantes en la lucha, por las coyunturas, por los zigzags, por el avance de la revolución, por las retiradas temporales, por el vigor de su ataque y por muchos otros factores, objetivos y subjetivos.
A los partidos comunistas y obreros marxista-leninistas les incumbe como tarea importante e indispensable, tener en cuenta todos estos elementos, analizarlos científicamente a través del prisma del marxismo-leninismo creador, aplicándolo no como un dogma, sino como una teoría revolucionaria viva y en acción, preservando siempre la pureza de los principios fundamentales, las leyes generales del desarrollo y de la revolución, sin ocultar bajo la consigna de unas supuestas «condiciones reales del país» o de las «coyunturas especiales del tiempo o del momento», el oportunismo de derecha o el sectarismo nocivo.
Los recientes acontecimientos, el brutal ataque de los imperialistas, los revisionistas jruschovistas y de los diferentes reaccionarios contra el socialismo, contra la lucha de liberación de los pueblos, contra los partidos comunistas y revolucionarios de diversos países, muestran que la unidad internacionalista marxista-leninista, es, como en toda circunstancia, pero hoy más que nunca, indispensable. Quién no comprende esta gran verdad, no comprende el gran lema de Marx «¡Proletarios de todos los países, uníos!». El marxismo-leninismo nos enseña que todos los revolucionarios deben unirse contra los enemigos del proletariado y de los pueblos, contra los capitalistas, los imperialistas y sus aliados, contra la burguesía reaccionaria, contra las variantes de su ideología, una de las cuales es actualmente el revisionismo moderno, encabezado por el soviético.
Los enemigos del proletariado y del marxismo-leninismo han dirigido todo el rigor de sus ataques contra la unidad internacional marxista-leninista. Para ello han empleado todos los medios a su disposición y coordinan toda su actividad. Así actúa hoy el imperialismo mundial, encabezado por el norteamericano; así actúa el revisionismo moderno, con el jruschovista a la cabeza; así actúan todos los reaccionarios del mundo. En efecto, la unidad de los marxistas-leninistas del mundo es mortal para ellos, mientras que para nosotros es providencial.
Los traidores al marxismo-leninismo, los revisionistas jruschovistas, los titistas y sus lacayos han trabajado con arreglo a un plan bien definido para obstaculizar la unidad de los marxistas-leninistas y, en general, para desacreditar la necesidad objetiva de esta unidad. En primer lugar, en función de sus objetivos de traición, atacaron toda idea de organización internacional de los comunistas. Los revisionistas necesitaban de esto para rehabilitar a los traidores y a la traición trotskista, y en particular para desacreditar la idea de la unidad marxista-leninista internacionalista, que ha representado y representa para ellos el más grande peligro. Los revisionistas soviéticos han seguido la línea de denigrar todo lo sano, todo lo que sea marxista-leninista con el fin de reconstruir una nueva unidad sobre bases revisionistas y bajo el dictado jruschovista. Naturalmente esto es construir un castillo sobre arena, ya que no puede existir ninguna verdadera unidad al margen del marxismo-leninismo. Las prédicas de los revisionistas jruschovistas sobre la «unidad» son enteramente contrarias a la idea de la unidad marxista-leninista y se llevan a cabo para obstaculizar su realización. Los revisionistas jruschovistas predican esa clase de «unidad» para combatir la auténtica unidad marxista-leninista, por la cual nosotros, marxista-leninistas, luchamos y lucharemos hasta el fin, alcanzándola con toda seguridad. Los revisionistas hablan de su «unidad», pero en el seno de esta «unidad» cada día más se desarrollan numerosas formas e ideas desintegradoras, centrífugas, que conducirán a la degeneración abierta de los seudo marxistas, cualesquiera que sean las máscaras con que se encubran. La lucha heroica y consecuente de los marxistas-leninistas arrancará muchas máscaras. Si no es hoy, en un futuro próximo serán indudablemente desenmascaradas las maquinaciones de quienes quieren jugar el papel de centristas (2), de quienes de palabra defienden los principios, pero de hecho los deforman al socaire de la «independencia», de las «condiciones específicas», y todo para disimular su alejamiento progresivo del marxismo-leninismo y de la unidad internacionalista de los marxista-leninistas en el mundo. Es necesario que los marxistas-leninistas refuercen su unidad sin prestar atención a las calumnias y las consideraciones de los revisionistas. Respecto a las formas de organización que debe tomar esta unidad, es preciso meditarlas y concretarlas.

Los revisionistas jruschovistas arman un gran escándalo en torno a la tesis de la independencia de los partidos comunistas y obreros y de su acción de acuerdo con las condiciones concretas de cada país. Esta tesis es, en efecto, una tesis leninista, que los marxistas-leninistas somos los únicos en respetar consecuentemente. Pero los revisionistas modernos se esfuerzan por especular con la llamada independencia de los partidos. Esto sólo lo admiten de palabra, porque, en realidad, los revisionistas jruschovistas pretenden que todo el movimiento comunista dependa de ellos. Ellos conciben la independencia disociada del internacionalismo, de manera que los marxistas-leninistas no tengan una línea común acerca de las cuestiones fundamentales,
como son la actitud frente al imperialismo y los renegados del marxismo-leninismo, el respeto de las leyes generales de la revolución y la construcción socialistas, etc. Respetando rigurosamente la independencia de cada partido en la determinación de su propia línea y política, los marxistas-leninistas deben, al mismo tiempo, someterse a los principios del internacionalismo proletario, a las leyes generales de la revolución y la construcción socialista, deben elaborar una línea y una posición comunes sobre las cuestiones fundamentales, sobre todo en lo que concierne a la lucha contra, el imperialismo y a la lucha en defensa de la pureza del marxismo-leninismo frente al revisionismo moderno.
Los acontecimientos de Indonesia y la ofensiva conjunta de los imperialistas y los revisionistas jruschovistas contra los pueblos, contra el marxismo-leninismo y el socialismo, demuestran que debemos reforzar la unidad internacional de los marxistas-leninistas. Es necesario que todos los comunistas revolucionarios, todos los partidos marxistas-leninistas auténticos superen con coraje y sin vacilación y eliminen definitivamente todos los obstáculos que los revisionistas modernos han puesto en nuestro camino hacia la unidad marxista-leninista. Se nos acusará de crear nuevos organismos internacionales, nos harán un honor con ello.
Los marxistas-leninistas del mundo forman un bloque de acero. Este bloque aterroriza a los imperialistas y revisionistas, por ello se esfuerzan por combatirnos a todo precio, por lograr que los marxista-leninistas se desorienten con sus consignas, acerca de las cuales hablamos más arriba.
Se esfuerzan en vano: la consigna leninista «¡Proletarios de todo el mundo y pueblos oprimidos, uníos! », triunfará.

(1)V. I. Lenin. Obras, t. XXXV, págs. 260-261, ed. en albanés. )
(2) Alusión al Partido Comunista de Rumania, al Partido Comunista del Japón y al Partido del Trabajo de Corea.